Comentario de la 1º Clase del Curso anual “Los nombres del otro no son del Otro, síntoma e identificación en la experiencia analítica”

Curso anual “Los nombres del otro no son del Otro, síntoma e identificación en la experiencia analítica”

Dictado por Christian Gómez

1º Clase

Comentario: Carlos Wall

El día miércoles 27 de Abril de 2011 se lleva a cabo la primera clase del curso anual dictado por Chistian Gómez en la sede de la Asociación de psicoanálisis de Misiones.

Tres son las referencias bibliográficas tomadas para la ocasión: “La conferencia en comandatuba” (J.A Miller, 2004), “La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna” (Sigmund Freud, 1908) y “La transformación de la intimidad, sexualidad, amor y erotismo en las sociedades modernas” (Anthony Guiddens, 1992).

El esquema orientador del curso gira en torno a la oposición existente entre dos ejes. Uno se ubica por el lado de la identidad ligado al nombre social a modo de estigma y el otro comprende la identificación que tiene como efecto un sujeto del Inconciente que, por medio de su síntoma, adquiere una posición frente al deseo y no ya en relación a lo social.

En esta primera clase se realiza un recorrido donde el psicoanálisis entra en tensión con las ciencias sociales a partir del problema de la nominación, inclusive cuando la función del nombre, tanto para el psicoanálisis como para otras disciplinas, interesa a la hora de explicar las incidencias en la vida social.

Miller nombra la época contemporánea como hipermodernidad y ésta supone, dice, el éxito del psicoanálisis en tanto éste deja al descubierto la falla de un saber que opera como semblante dejando siempre vacío el lugar de la verdad. En términos freudianos, lo reprimido retorna en las fallas del saber y la verdad supone, citando a Masotta, que no hay saber unido al sexo.

Se trata de comprender qué tratamiento recibe lo real y cuales son las prácticas que intentan abarcarlo. Así, la ciencia toma parte al considerar que hay saber en lo real, es decir que mientras se lo capta por medio de una formula, lo real ya ha callado.

Por el contrario, en Freud, lo real tiene un sentido por la vía del síntoma el cual se trataría de una ficción que toca una verdad del sujeto y que de esta manera el dispositivo se pone en funcionamiento

Lo sexual presenta fallas, es inabarcable por completo de manera tal que no puede contemplarse un orden a lo real. Es el síntoma el que articulándose a ese “no hay orden” no deja de escribirse.

Anthony Guiddens, desde el relativismo cultural, dice que la sexualidad es del orden de lo privado del cual se obtiene un rasgo que habilita al sujeto a circular en lo público. El autor intenta escribir la relación sexual en lo contemporáneo.

Al constructo sexualidad plástica, como rasgo de personalidad ligado a la identidad, le otorga un sentido de separación y alejamiento de las normas de reproducción y monogamia que Freud citaba cuando se refería la moral sexual moderna. La transformación de la intimidad adquiere así un valor emancipador.

Guiddens lee la modernidad a partir del surgimiento del romance como respuesta a la razón. Distingue al amor romántico del amor pasión suponiendo que en vinculación al primero alguien pude articular una temporalidad ligada al encuentro sexual, es decir, hay proyección al futuro. Opone al amor romántico el amor confluente como rasgo contemporáneo (actual) y que quiere decir democrático, donde los dos partenaires se sitúan en una especie de simetría.

El amor confluente supone una búsqueda que se traduce en un sintagma contemporáneo: alguien no sabe si lo que hoy es posible lo será mañana. A esto llama el romance de una búsqueda que impacta en una reflexibidad del yo que llama institucionalización.

El sintagma contemporáneo se transforma así en un discurso alrededor del cual el yo puede construir una identidad para sí mismo que ya no es una práctica de goce privada sino un estilo de vida público. Alguien se puede nombrar a partir del estigma del otro social que se institucionaliza; cada uno escribe una nueva relación sexual con respecto a la transformación de la identidad que implica una liberación que no es sin los efectos neurotizantes en donde la angustia aparece como afecto.

El rasgo contemporáneo tiene que ver con soluciones particulares en donde el Yo, a partir de una identificación a la masa, encuentra una nueva identidad y esto le permite a cada grupo existir en un contexto común.