APM: Apertura ciclo 2011


Asociación de Psicoanálisis de Misiones


Invita


Apertura del ciclo 2011



El programa del Psicoanálisis

-orientaciones: entre la clase y el caso-



MIERCOLES 30 DE MARZO



20 hs.
Inscripciones


20,30 hs.
Actualidad de la clínica diferencial
Participan: Julieta Ríos-Lorena Danieluk
Interlocutor: Rodrigo Cibils


21,30 hs.
Síntoma e identificación
por Christian Gómez
Interlocutor: Claudia Espínola



ENTRADA LIBRE Y GRATUITA



Sede de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones

Tres de Febrero 1814. Piso 1º A - Posadas


Informes:

Tel.: (03752) 15 82 71 89 // e-mail: apm_posadas@hotmail.com


Programa del "II Encuentro de Psicoanálisis con la Historia y la Cultura"


ASOCIACION DE PSICOANALIS DE MISIONES

SEGUNDO ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS
CON LA HISTORIA Y LA CULTURA



LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:

Insistencias del ¿quién soy?

-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-



PROGRAMA:


14,30 hs. Inscripciones

15 hs. Mesa redonda:

* Las adicciones: entre vínculo social y malestar en la cultura
por Julieta Ríos (Asociación de Psicoanálisis de Misiones)
* Arasunú ybyrá rogué apytepe -el trueno entre las hojas-
por Ofelia Martínez. (Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandú)
* Entre el ser y la nada. Una lógica identitaria
por Ximena Gil Garro y col. (Casa del Psicoanálisis Sigmund Freud de Paraguay)
* El normal medicado
por Germán Schwindt (Asociación de Psicoanálisis de La Plata)
Interlocutor: Christian Gómez(A.P.M.)

16 hs. Conversación

16,30 hs. Intervención de Enrique Acuña: (Centro Descartes , E.O,L; IOM, Buenos Aires)
Lacan versus el extremismo nominalista
Interlocutor: Mara Vascchetta (A.P.P.A.)

17,30 hs. Conversación

18 hs. Cocktail y anuncio del próximo Encuentro


Convocan:
Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandú (APPA)
Casa del Psicoanálisis Sigmund Freud en Paraguay
Biblioteca Analítica Corrientes (BAC)
Asociación de Psicoanálisis de la Plata (APLP)


Auspicia:
Instituto Oscar Masotta (Delegación Posadas)


Viernes 25 de marzo - 15 hs.

Alianza Francesa

Rivadavia Nº 316 -entre Santa Fe y Belgrano (Ciudad de Posadas)

Informes:
(03752) 15 82 71 89 // apm_posadas@hotmail.com


Reportaje a Enrique Acuña en el diario EL TERRITORIO - Posadas, Misiones; Sábado 26 de marzo 2011


Sábado 26 Marzo de 2011


Entre los conflictos sociales y las historias individuales

El psicoanalista y escritor Enrique Acuña vino a abrir ciclos de dos instituciones locales. Habla del malestar de la cultura de este tiempo.

Posadas. Enrique Acuña es psicoanalista y escritor, se encarga, entre sus tareas habituales, de hacerse cargo de la responsabilidad que conlleva ser director de enseñanzas de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata; de su imaginario y bagaje partió “Resonancia y Silencio-Psicoanálisis y otras poéticas”, entre muchos otros textos de cabecera del psicoanálisis, arte y cultura. Un hombre que incursiona en el género literario con cuentos, novela y poesía, además de aportar trabajos como guionista cinematográfico. Llegó en el vuelo de la mañana de ayer, vino una vez más a la región. En esta ocasión para a abrir los ciclos que dan cuenta en Posadas del Segundo Encuentro de Psicoanálisis con la Historia y la Cultura que reúne a psicoanalistas de Asunción, Encarnación, Corrientes, Buenos Aires, La Plata y Posadas y el Seminario clínico “Del sueño al síntoma-vías de acceso al inconciente”, con su clase inaugural argumentando sobre El inconciente siglo XXI, con epicentro en la Alianza Francesa y en la sala Maruja Ledesma del Museo Juan Yaparí. Culminan hoy comprometiendo la unión del Instituto Oscar Masotta Posadas y la Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM).
Mediante una serie de envíos, bajo la forma de pre-textos (el lector puede hallarlos en www.apm-blog.blogspot.com), psicoanalistas de las instituciones convocantes adelantaron las diversas problemáticas a abordar, invitando a la lectura primero y la conversación después, en el momento del encuentro. “Enrique Acuña plantea, en relación a la temática de este segundo encuentro el malestar actual en la cultura, a partir de la tensión entre la ciencia, las humanidades y el psicoanálisis en tanto tres maneras de tratar dicho malestar, pero que tienen efectos diferentes. Mientras la ciencia a partir de la técnica conduce a una realidad utilitaria, las disciplinas humanísticas son el campo fértil para los nuevos síntomas, la experiencia del psicoanálisis conduce a un saber nuevo para cada quien ligado no ya a los objetos de la ciencia sino a su deseo” explicó Christián Gómez, psicoanalista posadeño miembro de ambas instituciones.
En el transcurso de las jornadas de trabajo hubo lugar también para pensar, desde el psicoanálisis y su modo de tratarlos, “los síntomas que aquejan a quienes viven en lo contemporáneo de una época caracterizada por la caída de los grandes relatos emancipadores”.
En definitiva, las problemáticas que dominan estas dobles aperturas, podrían ser resumidas en “los tratamientos del cuerpo en una dependencia confortable del medicamento, el deseo de nada y sus no tan nuevos nombres como el par anorexia-bulimia, la construcción de la figura del adicto como signo de estos tiempos y la proliferación de identidades sociales que dan al individuo modos de pertenencia aunque sin la solidez de otros tiempos”.
Acuña, antes de abordar su avión a Posadas escribirá escuetamente, “este fin de semana se realiza en Posadas un Seminario Clínico y un Encuentro de Psicoanálisis con la Historia y la Cultura. Es un debate sobre temas ligados a conflictos sociales y las historias individuales”.
Disparadores y respuestas de Enrique Acuña, relacionado al mejunje planteado.


ENTREVISTA:


* Nombres
Se trata de observar en nuestra época cómo son afectados los cuerpos por las palabras, los nombres, o como se dice, “las etiquetas”. Alguien se puede nombrar a sí mismo por su modo de vida cotidiano: ama de casa, albañil o consumidor de drogas.

Van surgiendo así nuevas formas de decirse “yo soy esto, o aquello” según lo que el mercado ofrece para el consumidor. Creando falsas identidades se organizan tribus urbanas: el consumidor de internet, el de las pastillas, el del sexo, etc. En ese movimiento captamos que de “la gente” puede surgir alguien que esta pensando en su propia historia mas íntima; eso es el inconsciente y es lo que debe hablar.


* Técnicas
Este nuevo siglo es rico en avances de la ciencia. Gracias a internet uno puede estar comunicado y hablar en forma simultánea con otra persona en la gran aldea global.

La globalización puede ser económica, y arrasar con el capital a los países mas débiles o puede ser cultural y de esas importaciones se aprende algo. En el campo juridico, el derecho permite nuevos nombres al ofrecer el derecho a las minorias sexuales, étnicas, de genero. Hay nuevas formas del contrato civil, como las uniones del mismo sexo, que generan nuevas formas de la familia y de lo que es un padre..


* Globalización
Definimos entonces la cultura como globalizada, universal, de derechos para todos; pero con un malestar que se manifiesta en las protestas particulares. Observen por ejemplo, los alaridos nacionalistas del “ser nacional”. Eso viene bien al relativismo cultural propio del pensamiento posmoderno, donde cada pueblo tiene su propio libro de creencias para vivir.


* Inconscientes
Entre estas dos tendencias sociales, una que es para todos y otra que retorna al pequeño grupo, hay una tercera interesante, que es dejar que cada uno tome la palabra, diga su identidad, quiebre sus identificaciones y finalmente sepa quien es en otro sentido.

Este método lo inventa Freud en Viena hace cien años, pero sigue teniendo eficacia en el siglo XXI porque es el lenguaje el que crea la realidad y no los medios de comunicación aunque lo intenten….

Entonces ya no hay, como hace cien años, un Padre de la tradición (de familia, de la iglesia o de la ciencia) que nombre bien el deseo de los sujetos inconscientes. De ahí el recurso a la palabra de nuevo.


* Psicoanálisis
El psicoanálisis supone la existencia de un Otro que no soy yo, sin embargo está en mi. Un extranjero interior que resulta inquietante por eso se alivia la angustia al ser alguien escuchado. Esos pensamientos intimos comparados con los ideales sociales generan conflictos.


* Casos
Un joven me decía que sacaba mas placer en la conversación por chat en Internet que en su vida cotidiana. Hace una adicción a esa práctica de goce. Después de adorar a una chica por la pantalla, se encuentra en la vida real y se decepciona. Recurre entonces a la masturbación con la única mujer que amó. Luego, sus padres entran en una crisis de autoridad y se marcha de la casa. Despojado, sin internet y solo, encuentra una mujer real. Esa experiencia se vuelve un síntoma que es relatada al analista y cede su angustia…


* Futuro
Este nuevo siglo de libertad ante “la caida de los dioses” como decia Nietzche, permite que los nombres se repartan otra vez, el asunto es saber quien es “el Padre” que nombra, dando etiquetas. A veces es preferible que sea el inconsciente de cada uno y no el caos social.-.


El perfil
• Dr. Enrique Acuña
Director Delegación Posadas del Insituto Oscar Masotta.
Miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la Escuela de la Orientación Lacaniana y del Centro Descartes (Buenos Aires).
Director de enseñanzas de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata.



» Link al artículo: http://www.territoriodigital.com/nota2.aspx?c=4418646037100140



Pre-textos preparatorios... - "Del malestar en la cultura al discurso del inconsciente como tratamiento posible" - Por Lorena Danieluk


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



Es evidente que en la actualidad asistimos a una fragmentación del organismo en pro del avance de la ciencia vía la técnica que sirve a tales efectos. Cuestión planteada por Jacques Lacan en Psicoanálisis y medicina donde llama la atención sobre los efectos de la técnica en la figura del médico. El goce hace de un organismo un cuerpo hecho para gozar.

De esto trata esta contribución al foro de pre-textos hecha por Lorena Danieluk (Asociación de Psicoanálisis de Misiones) quien parte de una lectura atenta a importantes aseveraciones de Sigmund Freud en El Malestar en la cultura de las cuales Lorena extrae consecuencias: un efecto, que llama bucle, que produce la cultura y que lleva a buscar curas para los males por ella provocados y que en estos tiempos toman la forma de curas milagrosas en consonancia con la pasión por la novedad y los efectos efímeros.

El psicoanálisis, que también es un efecto de la misma cultura, interpela al cuerpo en tanto mediatizado por el inconciente, lo cual conduce no ya a supuestas soluciones pret-a-porte sino al encuentro singular con un cuerpo afectado por el lenguaje.

Christian Gómez



Del malestar en la cultura al discurso del inconsciente como tratamiento posible


“…gran parte de la culpa por nuestra miseria la tiene lo que se llama nuestra cultura (…)

comoquiera que se defina el concepto de cultura, es indudable que todo aquello con lo cual intentamos protegernos de la amenaza que acecha desde las fuentes del sufrimiento pertenece, justamente, a esa misma cultura…”

S. Freud, El malestar en la cultura 1929-1930. Pág.85


Interesante propuesta la freudiana. Intenta aquí mostrar de que manera los progresos técnicos científicos, muchas veces añorados, no producen la felicidad o dicha que se espera, sino más bien, al modo de un efecto “bucle”, la cultura debe generar ofertas nuevas que traten de capturar el malestar que introducen esos progresos técnicos por ella generados.

Plantea allí como novedosa la comunicación telefónica, y el modo en que este artefacto tecnológico permite sortear distancias y tiempos. No obstante esa comunicación no hubiera sido imperiosa si no hubiera existido, en primera instancia, la propuesta de que el hijo abandone el hogar paterno.

Freud enseña muy bien, que el programa de la cultura y el programa del principio del placer tienen puntos de encuentro.

La cultura es responsable por la renuncia pulsional que le solicita al individuo y esto casi nunca es sin consecuencias.

Cuestión que le permite reflexionar a Freud respecto los ideales que se proponen como bien – estar y de que manera el sujeto sólo puede identificar este último por el contraste y la diferencia, es decir no identifica la dicha si no ha pasado por el malestar.

Y como si esto fuera poco, plantea un sentimiento inconsciente de culpa, que va desgranando entre otros términos que le son afines, tales como superyó, conciencia moral, sentimiento de culpa, necesidad de castigo, arrepentimiento, pulsión de agresión y de autoaniquilamiento, como cuestiones que se ubican como causa y a la vez como efecto de ese mal – estar en la cultura.

¿Existe entonces el pretendido bienestar?.

Esta mesa de trabajo dónde se proponen cuestiones actuales tales como, identidades, consumos, adicciones, cuerpo, en dónde insiste la pregunta por el ¿quién soy?; son sin lugar a dudas una lectura de los modos actuales de presentación en la clínica. Lo interesante de esto es que, siguiendo a Freud podemos decir que son a la vez modos que la cultura misma ha producido, para lo cual propone también curas mágicas.

Se puede hipotetizar que allí donde los slogans culturales proponen prácticas que valen por su eficacia y resultado, además de la ligereza supuesta en la que todo es posible de ser conseguido – desde un delivery de comida hasta un niño de probeta – señalan, para quien pueda leer o interpretar, la inconsistencia de dicha empresa y el malestar entonces del sujeto, como modo de respuesta a los discursos que se le imponen como totalizadores - globalizadores y express.

El psicoanálisis, también como producto cultural, propone albergar el elemento segregado por la ciencia: el sujeto. Aquí la apuesta se propone ya no en torno a los ideales sociales y culturales sino a la posibilidad de un recorrido diferente para cada quien, en donde en tensión y contraste con otras practicas psicoterapéuticas que apuntaladas en la sugestión promulgan un saber hacer sobre ese malestar; el oriente del psicoanálisis será más bien encontrarse con lo que no se sabe, con lo que no se ha dicho aún – el inconsciente-.

Aprovechando una de las temáticas que se pondrán en juego en la mesa de trabajo. Comento algunas cuestiones que he podido investigar, en este caso en relación al cuerpo. Investigación que se enmarca en el modulo: Actualidad de la clínica, respuestas a lo contemporáneo de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones.

Es muy interesante hablar del cuerpo en psicoanálisis, dado que podríamos decir que Freud se introduce al psicoanálisis de la mano del cuerpo, en tanto su ingreso al descubrimiento analítico es por medio de los fenómenos conversivos que presenta la histeria. Pero hay que destacar que Freud subvierte la relación que había en la época entre el alma o la psique y el cuerpo.

Freud afirma que hay entre lo corporal y lo anímico un ida y vuelta, por nombrarlo de alguna manera. Para la medicina se trata de la existencia de un cuerpo orgánico, un organismo, mientras que para el psicoanálisis se trata de un cuerpo erógeno, de un cuerpo que goza, que es capaz de satisfacción.

Enrique. Acuña, en su artículo “Hecho para gozar – El cuerpo escrito en Anais Nin–“*, va a decir que hay por lo menos dos cuerpos, uno puro organismo biológico, y otro segundo, resultado de la incorporación del lenguaje. El significante se incorpora y transforma ese cuerpo en un cuerpo que habla, pero no todo es absorbido por el significante. Esta falla es una norma para entrar en lo viviente. En esa captación se efectúa una negativización del organismo y una positivización del cuerpo como disponible para gozar. Entonces el encuentro del organismo con el lenguaje es el encuentro del organismo con la libido.

Para Freud, el inconsciente oficia de puente, conector entre lo somático y lo psíquico, el cuerpo no es un portador de sentido propio – como muchas veces lo creen algunos discursos sugestivos y psicoterapéuticos - y tampoco el psiquismo interviene directamente sobre el organismo. El discurso del inconsciente, va a impedir que haya una interpretación universal de los síntomas, por ejemplo. Un síntoma conversivo deberá de ingresar en un relato que valdrá para ese y no para otros.

El cuerpo orgánico es tomado por el lenguaje y eso tiene efectos. No sólo permite que se constituya como imagen, sino que lo significa y a la vez lo fragmenta.

Entonces según cómo concibamos al cuerpo es el modo en el que vamos a intervenir sobre el. Cuestión que reaviva el actual y viejo debate entre psicoanálisis y psicoterapia.-

Lorena Danieluk


Pre-textos preparatorios... - "Buen y mal uso de las etiquetas" - Por Marcelo Ale


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



En este texto, el psicoanalista platense Marcelo Ale examina a la luz del psicoanálisis los enfoques que, hoy, forman opinión en los estudios culturales a partir del par comunidad mundial-retorno de los particularismos.

El efecto de segregación que conlleva el neoliberalismo es ahora el multiculturalismo como expresión de la oposición entre el particular y el universal en el conflicto de identidades colectivas.

El autor destaca las formas que asumen los particulairsmos en el fortalecimiento de los nacionalismos, pero también en el empuje al reconocimiento de diversos grupos étnicos o los fundamentalismos religiosos.

Hoy, afirma siguiendo al etnólogo argentino Alejandro Grimson, se trata del derecho a la diferencia y ya no tanto del derecho a la igualdad.

Pero es en las fallas de los particularismos nominalistas donde la presencia del psicoanálisis puede dar lugar a otra cosa: ante la imposibilidad de nombrarse como individuo, el inconciente puede conducir a un nombre no ya particular sino singular que se anuda al síntoma.

Christian Gómez



Buen y mal uso de las etiquetas


El imperativo del discurso neoliberal que señala en el horizonte a la pretendida “comunidad mundial”, ha generado paradójicamente más segregación y el retorno de los particularismos. Este discurso que da gestación a la economía como amo, produce sus efectos en el campo sociológico reordenando el mapa mundial en nuevos espacios y relaciones sociales. En lugar de la llegada al horizonte de una “única identidad planetaria", se ha provocado el renacimiento de las identidades culturales diferenciadas, con la consecuente irrupción del multiculturalismo que impide afirmar identidades cerradas, fuertes, y absolutas.

En la introducción al libro Estudios Culturales: Reflexiones sobre el multiculturalismo, Eduardo Gruner afirma: “...no hay particularidad que, por definición, no se oponga a alguna forma de universalidad “esencial” o históricamente construida. Y no hay pensamiento crítico posible y eficaz que no empiece por interrogar las tensiones entra la particularidad y la universalidad, que son después de todo los que definen a una cultura como tal en la era de la “globalización...”

Encontramos en este libro diferentes reflexiones ligadas a los estudios culturales, y en especial un manifiesto interés teórico y político por el multiculturalismo y el conflicto de identidades colectivas. Por un lado, se puede leer el estudio de Fredric Jameson titulado “Sobre los Estudios culturales”, que es el resultado de un comentario de una compilación sobre Cultural Studies, editada por Laurence Grossberg de la cual no hay edición en castellano. Los temas centrales del debate son la interdisciplina, el estatuto del intelectual en nuestra época, la cultura, las utopías, el antagonismo grupal-social y el multiculturalismo como tema que baña a todos los demás. Jameson considera que el posmodernismo representa la claudicación de la cultura ante la presión del capitalismo organizado, pensamiento que recoge en su Teoría de la posmodernidad.

Zizek, en “Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional”, hace un homenaje al clásico estudio de Jameson sobre el posmodernismo titulado “Posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío”.Destaca Gruner que en esta preocupación teórica y política por el multiculturalismo y el conflicto de identidades colectivas, se trata de alertar sobre el peligro de la “fetichización de los particularismos” en tanto se puede perder de vista el análisis del sistema como totalidad articulada.

Como ejemplo de retorno de los “particularismos”, podemos hacer mención al fortalecimiento de los nacionalismos, de las identidades de grupos étnicos, al regreso de sentimientos religiosos, como así también de fundamentalismos de diversa índole que han sido convertidos en referentes de identidad.

Es en el marco de investigación de los problemas que proliferan a partir de los estudios socioculturales durante la década del noventa, que términos como identidades, fronteras y territorios germinan el campo para que la noción de interculturalidad fuera conceptualizada.


En tal sentido, el etnólogo argentino Alejandro Grimson (1) afirmaba que: “El siglo XXI comienza lejos de las utopías. La contracara de la “globalización” es la cotidianeidad de la gran mayoría de la población mundial. Más allá y más acá de los datos económicos, las desigualdades políticas y económicas entre países y clases sociales se incrementan, mientras crecen los reclamos de autonomía política o reconocimiento cultural de los más diversos grupos: movimientos indígenas y de mujeres, minorías étnico-nacionales y de migrantes reclaman no solo sus derechos a la igualdad sino también sus derechos a la diferencia”.

El multiculturalismo (2), si bien no es hijo de la globalización, crece con ella. En las últimas dos décadas, los movimientos indígenas han logrado mayor poder político a partir de movilizaciones y demandas que ocasionaron que casi todas las Constituciones de América del Sur se reformaran adoptando el multiculturalismo y redefiniendo a los países como multiétnicos y plurinacionales.

La idea de la “aldea global” donde hay una sola cultura en la que se anulan las diferencias, encuentra respuesta en el retorno de estas comunidades. Estos movimientos sociales heterogéneos, se presentan bajo la necesidad de agruparse según intereses comunes, hábitos, códigos, estilos particulares, ocupando un espacio en el mundo mediante la búsqueda del sentido de pertenencia. Estos conjuntos funcionan como un mecanismo de identificación con semejantes y de segregación con los diferentes. Las características particulares son las que les confieren la identidad que marca la diferencia con las otras comunidades y con la pretendida “identidad global”.
Son comunidades que, intentando clasificar lo inclasificable, no llegan a nombrar a cada uno de sus integrantes en su particularidad. Son respuestas que intentan proporcionar parcelas de certezas identificatorias para intentar resolver la tendencia homogeneizante del proyecto unificador de la globalización. Son ellas, como afirma Eric Laurent, una de las versiones del nominalismo contemporáneo que pretende que “cada cosa tenga una etiqueta”, la correcta, la que merezca ser utilizada.
Cito a Enrique Acuña: “Si bien se caracteriza a la posmodernidad como el fin de los relatos fundantes y el retorno de los particulares nominalistas: los síntomas se presentan con una envoltura determinada por el código y el uso social...en el intervalo que resta entre una sociedad -como todo- y sus individuos -como parte- surge lo inconsciente de cada sujeto como imposibilidad de nombrarse como un individuo en sí mismo transparente

Hay entonces diferentes usos de los nombres comunes -etiquetas- desde el nominalismo al realismo. El psicoanálisis debe estar allí presente -en donde las respuestas de las etiquetas particulares fallan- para introducir un camino que conduzca a obtener un nombre de lo singular a partir del nombre del síntoma.-


Marcelo Ale

Notas

(1) Interculturalidad y comunicación. GE Norma, página 13.

(2) A partir de los años ochenta, inicialmente en Estados Unidos, Canadá, Australia y el Reino Unido, un conjunto heterogéneo de “nuevos” movimientos sociales —afroamericanos, indígenas, chicanos, feministas, gay-lesbianos, “tercermundistas”, etc.— se han dado a conocer bajo el ambiguo lema del “multiculturalismo”: un heterogéneo conjunto de movimientos, asociaciones, comunidades y —posteriormente— instituciones que confluyen en la reivindicación del valor de la “diferencia” étnica y cultural, así como en la lucha por la pluralización de las sociedades que acogen a dichas comunidades y movimientos.

(3) Enrique Acuña “Políticas: del híbrido al capitalista y retornos” en Resonancia y silencio –Psicoanálisis y otras poéticas-


Pre-textos preparatorios... - "Entre 'el ser & la nada': una lógica identitaria" - Por A Delgado, X Gil Garro, N Gómez y R Cantero


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



En este texto llegado desde Asunción Ximena Gil Garro y colaboradores (Casa del Psicoanálisis Sigmund Freud en Paraguay ) siguen la propuesta que hace Jacques-Alain Miller de la inconsistencia del Otro como fallas en la identidad en oposición a los fenómenos identitarios contemporáneos .

En una época donde los semblantes de la cultura develan en carne viva su forma agujereada, desde el psicoanálisis se trata de subir la apuesta por lo real en juego en una experiencia que -Sigmund Freud citado por Lacan en La dirección de la cura y los principios de su poder- apunta al corazón del ser ( Kern unseres Wesens), hecho de falta, justamente.

El bicentenario de la independencia paraguaya, a celebrarse este año, hace soplar nuevos-viejos aires de identidad que esconden en su reverso lo real de un goce interpretable desde la articulación entre psicoanálisis y política, plantean los autores.

La dislocación que supone el arrojo del ser en el mundo es, proponen, vacío de una referencia del sujeto y política que se orienta hacia lo real aislable en un psicoanálisis.

Christian Gómez



Entre ' el ser & la nada ' : una lógica identitaria


"Existen algunos escenarios conceptuales, en los que se podría pensar un poco mas esta relación entre la política y el inconciente La identidad es siempre una clausura. La identidad tarde o temprano, incluso en el sentido foucaultiano como 'invención' de la identidad , como construcción política de la identidad, implica una clausura"

J. Aleman


El ¿Quién soy? es la pregunta que retomaría hoy la incógnita que da cuenta del quiebre -- abertura del Otro -- que garantizaba antaño , no sin vaivenes , la solidez aparente de un ser.

Mas el psicoanálisis abría el debate de lo que ya estaba rajado de base, bajo la frase lacaniana “el Otro no existe” la tachadura del Otro daba cuenta de su inconsistencia, de la casualidad de su donativo al ser y que vela la verdad incomoda de su falta , de la falta en ser.

Presenciamos en los tiempos que corren – diremos- “en carne viva”, -- en vivo -- la sacudida del Otro que desintegra la ficticia solidez de estabilizadores identitarios, poniéndose así en escena lo que Freud anunciaba con ese “malestar en la cultura”.
Entonces y al decir de Miller en uno de sus seminarios este tiempo ‘del Otro que no existe’ reconvoca a los comités de ética, al debate sobre el ser y su falta, su orfandad y así también a su invención posible.

Los consumos identitarios, las adicciones en sus distintas variaciones, en suma la renovación de una babel en el tejido simbólico traen al ruedo del debate clínico y teórico para el psicoanálisis lo real en juego, la clínica de lo real ante lo cual estamos desafiados hoy más que nunca a dar su lugar y a tomar posición en ella.

En el presente año en el Paraguay se conmemorará los doscientos años de independencia, y este aire bicentenario trae por distintas vías las ofertas de recordar y de retomar los rasgos de lo que caracterizarían a la ‘identidad paraguaya’ , hidalguía, valentía, solidaridad, patriotismo, etc. así como valores portados por comuneros y padres de la independencia son otras tantas ofertas que circulan, no obstante y a pesar de ello lo que parecería tener más peso hoy es la verdad de un goce que ve pasar estas identidades con la certeza de un imposible en su representación

Creemos que el lazo entre psicoanálisis y política es también fundamental , allí donde los aportes del psicoanálisis en torno a una clínica y a una teoría del sujeto y su falta constitutiva , favorecería una zona de apertura que en la política tradicional no es tan tenida en cuenta , en relación al sujeto del inconciente , el plus de gozar y la lógica identificatoria relacionada al vacío del sujeto y su dislocación existencial fundamental

"Heidegger muestra como salirse de este embrollo : ¿ que ocurre si resulta que estamos efectivamente ' arrojados ' en este mundo , que nunca nos sentimos del todo como en casa , que siempre estamos en el ' dislocados ' , y que si resulta que esta dislocación es nuestra condición constitutiva , primordial , el horizonte mismo de nuestro ser ? ¿ que ocurre si resulta que no hay ningún ' hogar ' anterior del cual hemos sido arrojados a este mundo , que esta mismísima dislocación fundamenta la apertura ex- statica del hombre al mundo ? " *

* S Zizek / Amor sin Piedad / Hacia una política de la verdad

A Delgado / X Gil Garro / N Gómez / R Cantero
Mas Uno : JJScorzelli
Asunción del Paraguay


Pre-textos preparatorios... - "Aguasfuertes sexualis" - Por Gabriela Rodriguez


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



Vuelve a aparecer en esta contribución al foro de pre-textos bajo la pluma de Gabriela Rodriguez la insistencia del ¿quién soy?. Desde la ciudad de La Plata nos llegan estas aguasfurtes sexualis donde la autora hace una puesta al día de la participación del psicoanálisis en las discusiones en torno al par género-identidad sexual.

¿Qué consecuencias podemos constatar a partir del reemplazo del sintagma diferencia sexual por el de diversidad sexual? Gabriela Rodriguez parte de las afirmaciones de un psicoanalista americano (Robert Stoller) donde la identidad sexual se reparte en sexo (biológico) y género (impronta social). Para Judith Butler (teórica feminista americana que inicia la llamada teoría queer) se tratará mas bien de un encubrimiento donde lo biológico sería natural y en consonancia con ello el género inmodificable (oposición naturaleza-cultura) y una exclusión ¿de qué?, de una serie de prácticas sexuales que no entran en ese reparto. Para Butler el sexo es tan construido como el género.

En tiempos de identidades efímeras cabe la pregunta sobre las construcciones actuales en torno a lo sexual donde lo diverso estaría en consonancia con el relativismo. El término identidad brilla aquí por proponer justamente la idea de movilidad efímera en contraposición a la supuesta fijeza de las identificaciones. Cuestión paradojica.

Las preguntas ¿qué es ser un hombre?, ¿qué es ser una mujer? siguen, sin embargo allí. ¿Propondrá el psicoanálisis una concepción meramente cosntructivista de la posición sexuada? ¿O bien, y en contraposición, es el psicoanálisis una versión esencialista como el relativismo cultural dice?

Christian Gómez



Aguasfuertes sexualis


La insistencia del ¿quién soy?, en nuestra actualidad efímera difícil de apresar, pone en juego en materia de sexualidad un significante: “diversidad sexual” que se propone en remplazo del gastado diferencia sexual. Nosotros, ya no victorianos, aunque igualmente empujados a hablar de sexo, somos presa de las discusiones que se abren paso en lo social sobre la reasignación del sexo o sobre el reconocimiento de la identidad de género. Ambas cuestiones traen a cuento una distinción, la que separa el sexo del género, y que ha dado lugar a discusiones en las humanidades desde su invención. El psicoanálisis que ha servido tanto de argumento como de blanco electivo de crítica, participa de estos debates aportando una respuesta que trastoca el binario sin mimetizarse con la atmósfera de época - contexto queer - teñida de un relativismo nominalista.

En los años 70´ un psicoanalista americano Robert Stoller proponía la división de la identidad sexual en sexo y género haciendo un lugar al enigma transexual y repartiendo lo que presumible correspondía a la biología diferenciado de la impronta social. Por su parte Lacan en su Seminario, lejos de ese binario y de las categorías a las que responde, construía lo que llamaría sexuación, como un proceso algo paradójico, pues se trata de una “decisión inconciente”, que pone la cuestión en una dimensión lógica, y que implica una inscripción en la función fálica que enlaza lo pulsional y el lenguaje. “La identificación sexual no consiste en creerse hombre o mujer” (1) podía afirmar Lacan en 1974, lo cual quiere decir que la posición sexuada no proviene de lo que el yo pueda predicar de sí, pero tampoco de una supuesta evidencia anatómica que solo toma un valor bajo dependencia del lenguaje. El sexo entendido como posición sexuada, ciertamente no es ni natural, ni anatómico, ni cromosómico, ni hormonal (2) – como señala Judith Butler, una teórica feminista americana, quién dio el puntapié inicial de la llamada teoría queer - pero sin embargo y en discusión con Butler, el psicoanálisis sostiene que tampoco es una mera construcción social, si bien tiene una historia hecha de identificaciones, la posición sexuada en cuanto modo de vivir la pulsión es un resultado que desmiente cualquier idea que suponga un presupuesto ontológico de base.

La noción de género sería elevada durante un tiempo al estatuto de una categoría útil en las academias, en especial para el feminismo, porque con su fuerza explicativa permitía situar “los modos posibles de atribución a los individuos de propiedades y funciones imaginariamente dependientes de su sexo” (3). Sin embargo se permanecía en el terreno de la asignación de atributos sin considerar la dimensión pulsional que interesa al psicoanálisis. El sujeto en el origen es un polo de atributos por venir (4), y serán una serie de significantes ligados a un discurso los que le caerán encima, por así decir, abriendo el campo de las identificaciones que son parciales. Si bien estas remedian la división subjetiva que causa el lenguaje y se articulan a la insistencia del ¿quién soy? que preside este Encuentro, desorientan en cuanto a la pulsión y su objeto, que como un resto vuelve a dividir al sujeto. Lo que la identificación no satisface, se expresa como “malestar de género”- puesto en pie de igualdad con el malestar en la cultura freudiano - .

La operación de atribución referida que el género conlleva, será leída por J. Butler como una acción performativa, valiéndose de un término de Austin. En la discontinuidad establecida entre cuerpo sexuado y género culturalmente construido, que reproduce la oposición naturaleza / cultura, algo se encubre y algo se excluye sostiene la autora. Lo que se encubre es que con ello se otorga al primero un carácter natural, y al segundo la condición de inmodificable. Lo que se excluye son una serie de prácticas sexuales que contradicen, no se avienen a ese reparto. A Butler le interesa mostrar por un lado el carácter de artificio vago del género, una performance – aquí el travestismo es el paradigma - y por otro, sostener que el sexo es una categoría tan construida como la de género, pues la oposición binaria de los sexos se establece como resultado de los discursos y su acción, con sus intereses políticos y sociales. Huelga decir que su planteo es de inspiración foucaultiana. En los 90´, tras más de una década de validez, la categoría de género sería puesta en tela de juicio al son de una serie de prácticas sexuales calificadas como no- normativas, que según Butler, consiguen abrir los interrogantes que atañen a la sexualidad: ¿qué es ser un hombre?, ¿qué es ser una mujer?. Las preguntas que son también preguntas que el psicoanálisis articula sin partir del establecimiento de una norma - algo evidente después de Tres ensayos sobre teoría sexual -, no hace que Butler concluya en consonancia con el psicoanálisis, pues la eliminación de la diferencia sexual es su conclusión, saldo cínico de las ruinas de la categoría de género que contribuye a la generación de un contexto queer.

Lo que se abrió en el campo de las humanidades a partir de la caía de la categoría de género correlativo del cimbronazo que afecta a los semblantes ligados a la sexualidad se encarna en la teoría queer como resultado del camino disolvente del construccionismo no sin contar la acción del propio discurso analítico en este sentido. Sucintamente, y a riesgo de simplificar, puede considerarse que la misma cuestiona la idea de una identidad sexual, apuntando contra la norma heterocentrada, razón por la cual impugna también el binomio hetero/homo. El sexo, es una construcción efectuada por el dispositivo del género y la crítica sistemática de la diferencia sexual abrirá al estudio de las llamadas tecnologías de género que producen continuamente nuevas identidades que son descriptas como nómades, plásticas, inestables, paródicas. No hay diferencia sino diversidad (5).

En las sociedades que son las nuestras el relativismo cultural manda, como señalaba E. Acuña en el texto (6) seleccionado como apertura de este Foro de pre-textos, relativismo que se aloja en las humanidades y que viste el rostro del construccionismo social desde el que se impugna el resabio esencialista del psicoanálisis. Las nuevas retóricas del género ahora devenidas tecnología, se torna permeables a la idea de multitud que favorece la adopción de identidades móviles efímeras antes que identificaciones fijas. La paradoja a señalar surge de esta última oposición: la identificación que hiciera del yo freudiano un precipitado inestable, hecho de rasgos parciales – significantes – extraídos del Otro cuya estabilidad era aseguraba por la función de desconocimiento y que daba la impresión de una identidad, pierde terreno en la discusión frente al propio término identidad que ha ganado brillo por presentarse en su faz calidoscópica de multitud, que encaja bien con el mercado de nombres ofertados para los “miles de sexitos” (7).

Gabriela Rodríguez


Notas

(1) Jaques Lacan. Seminario 18. De un discurso que no fuera de semblante. Editorial Paidós.

(2) Judith Butler. El género en disputa. “Sujetos de sexo / género/ deseo”. Editorial Paidós.

(3) Femenías, Gianella, Santa Cruz y otras. Mujeres y Filosofía. Teoría filosófica de género. “Aportes para una crítica de la teoría del género. Centro editor de America Latina (1994).

(4) Jaques Lacan. Escritos 2. “Observaciones sobre el informe de Daniel Lagache”. Editorial Siglo XXI.

(5) Graciela Musachi. “GLTTBI”. En Patologías de la identificación en los lazos familiares y sociales. XV Jornadas Anuales de la Escuela de Orientación Lacaniana. EOL. Grama. 2007.

(6) Enrique Acuña. Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. “Semblanzas reales. De los meteoros a Internet” EDULP. La Plata. 2009

(7) La expresión es retomada de un artículo de Graciela Musachi quién parafrasea a Elizabeth Grosz. Ver: “Virgen-lobo-moth”.


Pre-textos preparatorios... - "Las adicciones: entre vínculo social y malestar en la cultura" - Por Julieta Ríos


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



En el siguiente texto preparatorio para el II Encuentro, Julieta Ríos retoma un trabajo de investigación llevado a cabo en la Asociaicón de Psicoanálsis de Misiones el cual trata de las adicciones a partir del vel entre vículo social (modos actuales de hacer clases a partir de un objeto de consumo) y malestar en la cultura (insistencia de la pulsión en tanto retorno de lo real en el fracaso de esos modos).

En tiempos de unificación de los goces a pertir de una alianza entre capitalismo, mercado y ciencia y donde las políticas de estado acatan también el mismo rumbo, dice Julieta, el psicoanálsis juega su partida en función de la introducción de la singularidad del sujeto en una desconexíon del nombre social (adicto) para articularse a una cadena signifiante que lo conecta al Otro del inconciente.

La operación del farmakón (remedio-veneno a la vez) propuesta por S. Le Poulichet es leída a partir de la diferenciación establecida por Freud entre droga y tóxico y donde este último queda ligado a aquello que excede la simbolización. Lo tóxico es en Freud el nombre del trauma en tanto tal, es decir lo sexual. De allí que la droga sea mas bien aquello que puede, fallidamente, neutralizar lo tóxico de la sexualidad.

Si, como señala Jacques-Alain Miller, el campo de la cultura ofrece semblantes para hacer soportable el goce, la paradójica operación del recurso a las drogas plantea un no pasaje por el inconceinte como resonancias de las palabras en un cuerpo que es tratado por lo real del objeto droga como respuesta a lo tóxico. Devolver al cuerpo esa resonancia sería, propone la autora, la apuesta del psicoanálisis.

Christian Gómez



Las adicciones: entre vínculo social y malestar en la cultura


Este texto retoma una investigación realizada en el Módulo Actualidad de la clínica: respuestas a lo contemporáneo, de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones, y se refiere a la cuestión de las adicciones como un efecto del fracaso de los semblantes en la cultura de hoy –de los semblantes que ofrece la ciencia como modos sustitutivos de satisfacción- y a la función del psicoanálisis en tanto ofrece un tratamiento por la palabra sobre ese goce autista.

En Malestar en la cultura, Freud plantea que la misma pone límites a las pulsiones creando lazos o vínculos sustitutivos que fracasan porque no logran satisfacer los objetivos del principio de placer, la búsqueda de la felicidad y la evitación del dolor. Y lo pulsional siempre retorna.

El título del presente trabajo plantea: o vínculo social, o malestar en la cultura, en tanto lo que el psicoanálisis propone es hacer entrar esa práctica de goce que rompe los lazos al Otro, en una cadena de discurso, conectando al sujeto con los significantes que lo determinan en su singularidad.


La adicción a las drogas, se presentan en la actualidad marcadas por un mercado que pasa a regular el “derecho a la salud” y que propone una universalización de los goces. Para Lacan existe una afinidad entre el capitalismo y la unificación del mercado de saber operada por la ciencia, que responde desde el modelo médico-científico, que no quiere saber nada de la verdad como causa, que sutura la división del sujeto. Estaríamos asistiendo en estos días a una alianza entre el mercado y la ciencia en detrimento del sujeto. No son ajenas a esto las políticas de Estado en materia de salud, que agrupan los goces, les dan un nombre y ofrecen el mismo tratamiento, al cual denominan “especializado”, provocando así una masificación de las singularidades.

En primer lugar, Freud advierte no confundir la droga con el tóxico. Y apela a la noción de “trauma” donde algo se constituye como un intolerable que no puede ser asumido dentro de una realidad simbólica; condición fundamental, además, para que se sostenga una operación del farmakon: el remedio puede transformarse en veneno.( S.Le Poulichet, “Toxicomanías y Psicoanálisis. Las narcosis del deseo”)

Lo intolerable sería lo traumático de la sexualidad, lo sexual como cuerpo extraño tóxico; entonces el tóxico no es la droga, la droga es lo que ilusoriamente neutraliza el cuerpo extraño de la sexualidad.

Señala Le Poulichet: la sexualidad figura un tóxico si el cuerpo no es elaborado en el Otro, en el lenguaje, lo cual deja la carne al desnudo. Germán García diría, en Actualidad de las neurosis actuales, “el cuerpo de los orígenes no se ha perdido”.

Freud sostiene en Inhibición, síntoma y angustia, que el dolor es la respuesta frente a la pérdida del objeto cuando esta última no ha sido simbolizada, respuesta que engendra un repliegue narcisista ante un estado de desvalimiento psíquico. Esta reacción se opone a la que organiza la represión a través del montaje del fantasma, que mantiene una relación erótica con los objetos.

Siguiendo a Le Poulichet, diríamos que la operación del farmakon consistiría en un montaje narcisista, paradójico en tanto que es una lesión que conserva, una “prótesis” que neutraliza el efecto traumático ligado a la aparición de la falta. Este circuito del tratamiento del dolor no recurre al rodeo del Otro.

El adicto recurre al Otro cuando toma prestado los significantes que le permiten hacerse un nombre identificándose a una masa (adictos, e incluso ex-adictos), de ahí el peligro y la trampa de quedar enredado en una identificación que lo desidentifica de su causa singular.

Jacques-Alain Miller, en “El síntoma como aparato” señala que el campo de la cultura o campo del Otro (A) introduce el objeto a en un aparato, término equívoco appareiller que designa el verbo que se refiere al aparato, y también la palabra emparejar, que proviene del portugués aparelhar. Se trata de emparejar el goce bajo la forma elaborable del objeto a. O sea, poner el goce en un aparato para poder soportarlo.

Se pueden pensar en este registro los semblantes que ofrece la cultura a través de la ciencia y sus objetos tecnológicos. Y la droga entraría en la serie de los productos que hacen de semblante del objeto que falta, solo que a través de un hacer con el goce que lo vuelve consistente e inaccesible a la intervención del Otro.

Por eso el psicoanálisis propone sustituir su valor de goce por un valor de sentido a través de su pasaje por la palabra. Devolver al cuerpo la resonancia de un decir por el cual pueda ser afectado.


El farmakon sería una operación equívoca que funciona en su doble dimensión de remedio y veneno. Una sustancia que se introduce en el cuerpo para aplacar otra “sustancia” que podría hacer hablar a ese cuerpo. Es la operación de un tóxico contra otro tóxico. Y se pasa de una atadura a la otra, la cual no deja de cubrir otra “dependencia” más radical y más difícil de soportar. Un “quitapenas” que da penas, en el doble sentido de la palabra, tan débil en el fin que persigue y tan fuerte en el sufrimiento que ocasiona al sujeto, lo que el discurso médico sitúa como dependencia y abstinencia. Y la pulsión retorna en lo real de un cuerpo que se consume en el consumo.

Especie de enamoramiento mortífero que vela una falta de objeto estructural y el dolor de no poder lidiar con la castración. Es lo que en el adicto, en el momento mismo de su goce consumado, se manifiesta al filo de sus venas.

¿Qué es más mortífero? Y ¿qué soluciones posibles hay? La solución que da el psicoanálisis consiste en hacer pasar ese cuerpo gozante por los desfiladeros de la palabra, conectar la carne a algo que funcione como significante de algo, desafío tanto para un analista como para aquel que está comprometido en esa práctica.

Dice Enrique Acuña, en Semblanzas reales. De los meteoros a Internet: “el psicoanálisis puede existir siempre que pueda captar la singular soledad subjetiva como un pasaje de lo ilusorio a lo real, de la máquina técnica a la máquina del fantasma que, desarmada dentro de un dispositivo específico, aísla un vacío real desde donde se ordena una nueva realidad”.

Se trataría de la promesa/política de “otra felicidad” que no tiene que ver con la política de la felicidad en lo contemporáneo, sino con la posibilidad de producir una novedad –la del deseo- que ya no es satisfacción para todos.-

Por Julieta Ríos


Fotos del "I Encuentro del Psicoanálisis con la Historia y la Cultura"


Actividad organizada por la Asociación de Psicoanálisis de Misiones, realizada el 26 de Noviembre del 2010 en el Museo Provincial de Bellas Artes Juan Yaparí (Posadas, Misiones)



Pre-textos preparatorios... - "Paraguayos república o muerte" - Por Mara Vascchetta Boggino


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



Despues del pre-texto anterior sobre los nombres del Otro y los estigmas sociales, entre la identidad y la identificación, insiste la pregunta acerca de porqué la cultura no genera felicidad sino malestar.

Mara Vascchetta desde Asunción, Paraguay (1); cuestiona los resortes profundos de la "identidad nacional", sintagma escrito ya en la letra de su himno. Contra la idea fundamentalista de "escencia" (la paraguayidad) usada para una nacionalidad, privilegia el concepto de significante, distinción de lo simbólico que desordena el signo usado como bandera.

La "construcción mental" de esas imágenes darian ese falso ser usado por la politica tradicional. Pero es necesario mantener el Ideal del Otro social para que exista la unidad común. Surge entonces el efecto de un sujeto que interpreta como puede sus simbolos: según la inspiración y la cultura de cada intérprete de tal identidad". Por una lado el "uno por uno", por otro el auge de los particularismos en tiempos de la globalización -económica diferente a la cultural. Otro efecto es el retorno a las particularidades nacionales: "Nuestro porvenir de mercados comunes sera balanceado por procesos de segregación", vaticinaba Lacan ya en 1967.

Mara se refiere a ejemplos cotidianos del hombre que nace en un país, pero esta marcado como sujeto por lo simbolico. El lenguaje delimita los territorios de una cultura más allá de las fronteras. Una lengua -en este caso el guaraní- se convierte en blasón de lo nacional, pero cuando atravieza las límites, como sus etnias migrantes originarias, y se vuelve un capital simbólico en su uso. Este vacío que el significante orada en el Ideal -puesto aquí en la figura del "líder mesiánico"- permite que haya malestar y luego sintomas, una oportunidad para el sujeto del psicoanalisis que aparece ahi como lo familiar que se a vuelto extraño, un novedoso extranjero interior (extimidad).

E.A.



"Paraguayos república o muerte" (*)



En una concurrida reunión para pensar sobre problemas de mi país, un señor de muy buen discurso dijo que la razón principal por la cual él acudía a estos foros era plantear el incontenible debilitamiento y desaparición de la identidad nacional. Se refería a nuestra “paraguayidad”. En ese momento tuve ganas de preguntar a la audiencia si qué entendía por identidad nacional ó por paraguayidad y pienso que de hacerlo, habría sido un poco burlón o por lo menos juguetón, pues nos hubiéramos enredado en un discurrir infernal sin llegar a ningún puerto. ¿Porqué? Por la imposibilidad de encontrar una diferencia específica que distinga la paraguayidad de cualquier otra identidad nacional.

Me propongo aquí arribar a la conclusión de que la “identidad nacional” como concepto es una ilusión, pero no sólo para la identidad paraguaya sino para la argentinidad, la uruguayidad ó cualquier otra del mismo orden. Más, no sólo el hablar común sino también las Ciencias están plagados de pseudo conceptos, conceptos de gua-ú (o sea engañosos); lataparará (o sea ampulosos ) ó ra’anga (meros semblantes ó mascaradas). Es importante diferenciar los conceptos de fuste de los que aparentan serlo, pues gozan de buena salud tanto los unos como los otros. No obstante nos encontramos con que aún los conceptos bastardos son sumamente necesarios para la vida personal y la vida en sociedad y por ello no sólo no podemos ignorarlos sino incluso, promoverlos.



Los conceptos y las imágenes

Todo concepto responde a la pregunta: “qué es, de qué se trata”. Generalmente el concepto consta de caracteres indispensables sin los cuales esta unidad significante dejaría de ser lo que es. Aparte de los elementos comunes compartidos con otros entes del género, debe constar de aquella diferencia específica que lo distingue. Amén de aquellas notas que se arriman sin que su presencia ó ausencia le otorgue más ser a nuestro ente. Es así que nos preguntamos: cuál es la característica nodal que distingue a la paraguayidad de otras identidades nacionales? Porque enseguida nos escenificamos un rancho con un lapacho, el león del escudo, el típico soyo con tortillita, el idioma guaraní, la tricolor…

Pero cuál es el elemento que faltando destruye la paraguayidad , como unidad conceptual? Hagan la prueba: No hay nada de nada que sostenga el mentado concepto. El haber nacido en tierra paraguaya no impide a un hijo de diplomático ser del país del que provienen sus padres como tampoco es menos paraguayo el hijo de un político en misión diplomática nacido afuera .

Preguntémonos qué pasa con su identidad si un niño nace accidentalmente entre los mojones que delimitan Bolivia y Paraguay? O si el niño nació en una canoa en medio del Paraná? Y qué de los chicos asuncenos de colegios extranjeros que no saben nada del Paraguay profundo y festejan “halloween “ y usan árbol de navidad en vez de pesebre? Y el guaraní ¿ Acaso muchos correntinos no lo hablan mejor que nosotros?

Comparemos nuestra paraguayidad, expresión plagada de indeterminaciones con un concepto sólido como “lenguaje”. (El lenguaje aparece como objeto de la lingüística, ciencia nueva nacida al inicio del siglo XX ). Bien, en el concepto “lenguaje” son insoslayables los elementos “estructura” y “Ley” y basta con que falte de uno los dos como para que la unidad conceptual desaparezca como tal .En el caso que nos ocupa en cambio, el de identidad paraguaya, no hay nada de ello. Incluso la práctica del guaraní, que podría presentarse como nuestro último bastión, como el argumento imbatible: muchos paraguayos no saben hablarlo ó apenas lo conocen. En cambio, como ya lo afirmamos, muchos argentinos del norte lo hablan estupendamente.

Y concluimos que nos tendremos que contentar con que la mentada construcción mental (nuestra paraguayidad) es apenas un “rejunte” de imágenes. Se trata de la persistencia de haces de impresiones, coherentizadas por relaciones de semejanza, contigüidad, ect.



Para el psicoanálisis

El campo de lo humano se juega en dos registros: el registro imaginario y el registro simbólico. Existe también el registro de lo real que equivaldría al de “la cosa en sí” de Kant, aquella cosa incognoscible dado que solamente llegamos a ella mediados por las categorías. Por ende, solamente el registro imaginario (llamado así porque se puede escenificar en dibujos, imágenes y elementos concretos) y el registro de los significantes u orden simbólico (palabras, proposiciones ) son las dimensiones de la experiencia humana.

Hemos visto entonces que esta idea tan patriótica, a la que tanto propendemos por su enorme importancia en la vida de sociedad, carece de fundamentos lógicos, ontológicos y antropológicos para entrar en la categoría de los conceptos.

Es demasiado importante no obstante psicológicamente: un precipitado identitario que sedimenta después del pasaje por el hogar infantil, la escuela primaria, la secundaria, el ejercicio cívico y laboral. Recordando a Julián Marías “sólo cuando la vida misma funciona como razón conseguimos entender algo de lo humano”. “De este modo la razón vital es la vida misma en tanto que es capaz de dar cuenta de sí misma y de sus propias situaciones. La razón no es heterogénea a la vida: es un órgano de la vida que puede convertirse en el órgano de toda comprensión”.


La idea de “identidad nacional” no es un artefacto con carta de ciudadanía pues en él se arriman imágenes, escenas, costumbres, valores de vida y símbolos, aleatoriamente, según la inspiración y la cultura de cada intérprete de tal identidad.

Es un pseudo-concepto muy necesario para crear valores, fervores y anhelos pues no es posible la realización de ningún ideal social si es que no estamos inspirados por una mística compartida. Pero no vale como un concepto analítico porque ni juntando a todos los habitantes del territorio paraguayo cumplimos con los requisitos ni lógicos, ni ontológicos, ni psicológicos.No obstante su falta nos traería severo empobrecimiento de las relaciones colectivas debido a su importancia para generar empatías, cohesiones y mancomunar ideales para luchas nacionales varias, comerciales, deportivas, de sanidad, etc.

Cuando por alguna razón peligra la nacionalidad, la gente se enardece por defenderla, aunque más no sea defenderla en una cancha de football. Su desarrollo es imprescindible en estos tiempos de globalización en que se mudan de un sitio a otro sin raíz identitaria alguna.

Pero sin embargo, es necesario saber que si queremos aprehender la paraguayidad en un haz de razonamiento exigente, el constructo se nos va de las manos y se nos escurre entre los dedos, en imágenes muy queridas pero no queda nada en el tintero.

Y para qué saber esto?. Porqué este odioso baldazo de agua fría tratándose de una ilusión tan necesaria? Pues, porque la claridad a este respecto nos puede librar de todo tipo de fundamentalismos, de adscripciones a líderes mesiánicos ó despóticos. Además ue gracias a su conocimiento nos podremos escapar de discusiones sin fin, sobre todo, evitar subordinaciones a los ególatras y tiranos. Concluir que no vale la pena matar a un semejante por ello, llevado por el discurso de un demagogo, una ideología totalitaria ó por un mandato de nuestro ego narcisista.-


- Por Mara Vascchetta Boggino. Miembro de la Asociación Psicoanalítica Paraguaya Arandu (A.P.P.A.)

(*)-El título es letra del Coro del Himno Nacional de Paraguay


Pre-textos preparatorios... - "Los nombres del otro no son del Otro" - Por Christian Gómez


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



Siempre llama la atención las notas de revistas de Ciencias sociales que escriben el Otro con mayúscula -el inconsciente- para hablar del individuo en sociedad: los otros- .

Para el psicoanálisis, este uso del inconsciente no es una traslación de la enseñanza de Lacan sino una evidencia de la jerga de la Babel multicultural; ahí donde no hay inconsciente colectivo.

En esta presentación a la mesa redonda convocada, Christian Gomez desarrolla un esbozo de su hipótesis en un Módulo de investigación de la A.P.M. que opone los términos identidad a identificación.

La identidad es un recurso, plantea, que vá desde la filosofía, la política a el humanismo. Prolifera en la lógica colectiva a partir del consenso de opinión común, donde cada grupo teje su imagen unificando a los yoes (Freud). Para Lacan se trata de cómo en la experiencia analítica, al vaciar el sentido comun de las palabras, cambia los rasgos imaginarios (a-a') del "si mismo" en una "falta en ser" que llama a una nueva identificación.

En esa soledad, el inconsciente genera el nombre del Otro como un sintoma a partir de su goce. El sujeto analitico es atento a su vida ciudadana, pero solo en el diván podría apelar a su recurso identificatorio para al final desprenderse de las cadenas que generan los ideales del otro social. Oportunidad del recurso al significante -siempre una alteridad- como Otro (ahora sí con mayúscula).-

E.A.



Los nombres del otro no son del Otro


“Este movimiento pendular describe un mundo de paradojas que hacen a la identidad de los individuos que vacilan entre un enunciado unificador del yo que los masifica y otra posición solitaria que los liga al enigma de su enunciación.

Enrique Acuña
En Resonancia y silencio. Psicoanálisis otras poéticas


Efectivamente, tal como enunciamos en la convocatoria a este II Encuentro del psicoanálisis con la historia y la cultura, puede hablarse de la insistencia del ¿quien soy? como un síntoma de la cultura, en tanto implica respuestas contemporáneas. Lo que sigue se enmarca en un modulo de investigación de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones y que denominamos Actualidad de la clínica: respuestas a lo contemporáneo.

Jacques Lacan (Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis) sostiene que lo contemporáneo interesa al psicoanálisis en tanto este último se une al horizonte de la subjetividad de la época que le hace un lugar. Para nosotros hoy supone incluir la incidencia política del psicoanálisis en la “opinión pública” formada en la cultura mediática.

El término “identidad” (y otros como: stress, pánico, trastorno) parece decirle algo a todo el mundo, en tanto respuesta a la pregunta formulada anteriormente, cuestión que lleva al planteo sobre la semántica y el uso de este término tanto en los estudios culturales como en la comunicación de masas así como la apelación a su noción allí donde el término está ausente. Por último, es pertinente revisar el lugar que en Freud ocupa el término identidad y su oposición con la identificación.
Demostrar esa oposición así como señalar las aporías a que conduce el recurso a la identidad es el objeto del la investigación en este módulo.

¿Cuales son los usos actuales del término “identidad”? Una primera aproximación lleva a pensar en la forma lógica del predicado. Insistencia, entonces, del yo soy… que conduce a un modo del nombrarse a partir de un enunciado unificador que tiene efectos de masa.
Es decir que la identidad plantea el problema del yo, o dicho de otro modo hay una articulación entre identidad y yo.

Sigmund Freud, en los primeros apartados de El malestar en la cultura (1930) define al yo como una instancia que lejos está de la pretendida autonomía que se le supone. De este modo, es un engaño creer en la unidad yoica y su deslinde respecto de cualquier otra cosa. Articula allí el inconsciente como continuidad pero agrega además que tampoco son tajantes las fronteras del yo con lo que llamamos el mundo exterior. Más bien, cree Freud, este deslinde es incierto y por el contrario es evidente la incidencia del inconsciente. Por lo tanto desde ambos lados hay amenaza de la supuesta autonomía del yo.
Freud retoma aquí planteos realizados en ensayos anteriores como El yo y el ello (1923), Más allá del principio del placer (1919-20) y Psicología de las masas y análisis del yo (1919-20). Para Freud la religión (refiere puntualmente a su diálogo con Romain Rolland) pero también el arte y la ciencia son productos de la cultura que vienen a responder a partir de la endeblez yoica para devolverle su aparente autonomía. Se trata de la forma de una “promesa ilusoria” vehiculizada a partir de estos grandes relatos (mas palpable en el caso de la religión o en la construcción de sagas nacionales, etc) e impulsada a partir del supuesto imperio del principio del placer, el cual para Freud es irrealizable.

Ya comentamos la relación entre el malestar y el humanismo en la época de Freud en tanto uno refleja al otro. Para Lacan se trata ya de los efectos de la ciencia y sus objetos técnicos listos para llevar. Vale decir que no es lo mismo responder con un gran relato emancipador que a partir de un objeto (que Lacan llama lethusas). Jacques-Alain Miller va a referirse a este punto desplazamiento como un rasgo de la época donde el Otro no existe, es decir que se devela la forma de falla de cualquier relato universalizante encontrando en cambio mas bien respuestas particulares, particularismos.

Ahora bien, una primer hipótesis es que el término identidad a parece allí donde de lo que se trata es de dar sentido al yo. Recordando el epígrafe del comienzo tendríamos dos ejes opuestos y que como tales conducen a políticas opuestas.

1-Por un lado una vía que de la identidad lleva a un nombre social, al modo de estigma, compartido del yo:
Identidad-individuo // sociedad-significado (otro imaginario). Estigmas

2-Y por el otro un eje que va de la identificación inconsciente que tiene como efecto un sujeto que ignora a cerca de su posición no ya en lo social sino respecto del deseo (inconsciente):
Identificación-sujeto // inconsciente-significante (Otro simbólico-real).Síntoma

Desde el punto de vista de los estudios culturales y la teoría de la comunicación encontramos el recurso a la identidad en la filosofía política quienes, desde una posición pragmatista plantean la construcción contingente (Rorty) de “narratologías del yo” que podrán reforzar su autonomía (Giddens) según el contexto. Mientras García Canclini cree mas en la construcción de particularismos de acuerdo al objeto de consumo (consumidores del siglo XXI en lugar de ciudadanos del XIX) y Ernesto Laclau desde lo sociopolítico plantea la formación de identidades a partir del juego de equivalencias y diferencias según un significante que en tanto vaciado de su significado (“significante vacío”) puede representar una masa.

El psicoanálisis, en tensión tanto con el programa del principio del placer como con el programa de la cultura puede localizar en las vacilaciones de las narratologías del yo a un sujeto que, en soledad, funciona causado por un objeto que no es ya el objeto de la ciencia y que Jacques Lacan llamó objeto (a).-

Christian Gómez


Pre-textos preparatorios... - "Construcción de la figura del adicto" - Por Mauricio González


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



Siguiendo el envio de estos pre-textos que dan clima a la mesa redonda del dia 25, presentamos una colaboración de Mauricio Gonzalez -miembro de la APLP- que aborda a pleno algo de lo se trata: "consumos, adicciones, cuerpos, identidades".
Se trata de la figura del adicto en su dobre inscripción: como ser social construido por los discursos normativos de la salud y el derecho; y tambien como un nuevo "yo soy" que abrocha en un sujeto un "ser" nombrado a partir de la práctica de ese goce. Señala dos vertientes: 1) la de la significacion social -nombres del otro imaginario- que intermedia entre el sujeto y el objeto y 2) la de una personalidad , frágil pero duradera; que hace a la economia interna del sujeto y su droga que tiene en el síntoma su nombre del Otro (inconsciente). Es por esa via que se puede instalar una clinica analitica, mas allá de los nombres sociales al captar el nombre del sintoma que conmueva esa identidad en una nueva pregunta.
En este recorrido hay tambien una breve historia de las drogas (que podemos captar tanto en la literatura, como en las penitenciarias). Tal vez lo novedosos sea discutir si el uso de drogas -para cada quien diferente- lejos esta de su función creacionista y ahora desplazan la miseria neurotica en el drama social ¿es el psicoanalisis posible para invertir esa dirección?.-

E.A.



Construcción de la figura del adicto


“Oh! Justo, sutil y poderoso opio! Tú, que en el pecho del pobre
lo mismo que en el del rico, para las heridas, que jamás cicatrizan y para las angustias que hacen rebelarse al espíritu, viertes un bálsamo calmante…”

"Paraísos artificiales", Charles Baudelaire


Las adicciones a sustancias psicoactivas, llamadas genéricamente drogas, no son un fenómeno que puedan quedar al margen del contexto que las rodea; se sabe que los discursos que contemplan al consumo de drogas dan forma a su presentación.

En un artículo titulado La droga ¿tiene un pasado? Georges Vigarello muestra cómo en la Europa preindustrial todo consumo de sustancias con efectos narcóticos no poseía la significación que hoy en día se le atribuye; el consumo del opio no dejaba de estar incluido en un contexto medicinal; ya sea que se tratara de la búsqueda del placer y el bienestar, como podían ser el lograr una mejor digestión, conciliar el sueño, alejar la tristeza, el opio no dejaba de estar incluido en la categoría de los “medicamentos”. Es sólo con las descripciones devenidas en el siglo XIX, con De Quincey, por ejemplo, y sus descripciones sobre sus experiencias con el opio, más los descubrimientos de los efectos químicos y el invento de la jeringa hipodérmica que posibilitaron que los productos con efectos narcóticos comenzaran a ser drogas, tóxicos, y los consumidores, toxicómanos.

Hasta este momento, las descripciones realizadas sobre el consumo de narcóticos, no parecían promover algo nuevo, los relatos se orientaban con lo ya conocido; tanto era así, que la referencia al estado de embriaguez o el sueño, era casi una constante. Las observaciones comenzaron a centrarse en el registro de las sensaciones interiores y en la búsqueda de la ampliación de la conciencia; así, esta persecución de extrañezas interiores derivó en un cambio en el enfoque que se venía realizando sobre la ingesta de narcóticos. Comienza a pasar a un primer plano, no ya las grandes satisfacciones provistas por los productos, sino sus efectos penosos, los sufrimientos que la habituación a las drogas traía aparejado, período de “placer negativo” al decir de Gullia Sissa.

Es así que encontramos en las confesiones de De Quincey la descripción de terribles estados de angustia, dolores físicos, una cada vez mayor necesidad de ingresar el narcótico a su cuerpo, una dependencia absoluta al momento del consumo, “el tiempo se ha transformado en el tiempo de la droga” afirmaba el escritor inglés. Por su parte, William Burroughs hablaba del reloj de arena de la droga y de los días enhebrados en la aguja de la jeringa. En definitiva, no es hasta tanto se diera esta convergencia de factores que las drogas no dejaron de ser un producto más del boticario, para pasar seguidamente a ser drogas, en el sentido patológico del término; y aquel que consumiera ser considerado un toxicómano, un adicto. La intersección con el discurso hegemónico de la medicina y la norma juridica dá ahi en el blanco, obturando el agujero del inconsciente. No cambió la sustancia, tampoco sus efectos, simplemente cambió el discurso en el que estaba inserto. Si bien los productos son los mismos, la aventura no es la misma.

Es cierto también, que actualmente el recurso a las drogas no es tan romántico como antaño; el consumo ya no da lugar a la escritura, ya no está en juego la búsqueda de la ampliación de la conciencia, sino más bien es una práctica que se ha ido ligando a las, cada vez, más evidentes miserias humanas, poniendo de relieve un goce letal y mudo. Anestesiar un cuerpo que goza, pareciera ser el fin último del uso de las drogas. Allí la noción freudiana de “quitapenas” es la inmediata idea que aparece; poderosa distracción –el elemento químico- que genera la ilusión de reducir a lo biológico un malestar psíquico. O, también, la frase pronunciada en “La represión”, donde Freud afirma que el dolor es un imperativo que solo puede ser vencido por la influencia de una distracción psíquica, o por la acción de una droga.

Será siguiendo estos desarrollos freudianos sobre el dolor, que Le Poulichet planteará a la adicción como un montaje, donde el sujeto viene a realizar un tratamiento del dolor vía la automedicación, propiciando una suspensión tóxica de la angustia, el tiempo y los síntomas. La función del “soy adicto”, es aquí nodal; este sintagma permite al sujeto posicionarse como efecto de un objeto, permitiéndose así no responsabilizarse de sus actos; él es el producto de un objeto, en este caso las drogas, y la manera de elidir su responsabilidad es atribuir a la sustancia el poder casi maquinal para comandarle su vida.

¿Cuál es el sentido que encierran las drogas?. Habría que desandar el camino que lleva a un sujeto a “justificar” y “explicar” todo a partir de su adicción.

Ahora bien, si se trata de captar la angustia por el síntoma –tomando un título de Enrique Acuña- puerta de entrada a un psicoanálisis posible, ¿cómo operar frente a aquellos que en consonancia con el aserto de Freud, no quieren psicoanalizarse? ¿Cómo introducir una pregunta en aquello que es una gran solución? ¿Cómo afectarse a partir de aquello que es un fuerte anclaje del sujeto?.

En ese punto, lograr que haya una implicación diferente del sujeto en aquello que es el objeto de su goce, conmover algo de ello vía la vergüenza parece ser un camino fructífero. Esto en tanto sabemos que si hay vergüenza hay angustia, y por consiguiente posibilidad de un síntoma.-

Mauricio González


Pre-textos preparatorios... - "El normal medicado" - Por Germán Schwindt


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



Este pre-texto de Germán Schwindt -miembro de la APLP , quien estará en la mesa de nuestra jornada del dia 25- se refiere a aquellas sustancias llamadas "medicamentos" que obturan el malestar que la cultura exije al sujeto moderno.

Desde el placebo al quitapenas, pasando por las drogas lícitas del buen vivir que se medicaliza en la "calidad de vida", existen mecanismos similares para opacar al inconsciente. Sin embargo, hay un retorno de la pulsión en nuevos sintomas: uno es aquel llamado por la medicina "enfermedad psicosomática" que Lacan prefiere llamar "falla epistemo -somatica" en función de un saber rechazado por una parcela del organismo real sin cuerpo simbolico. Esa falla de saber automatiza el hecho de "tragarse la pildora" (Laurent) forma de cierta fé en el signo organico, en lugar de la creencia en el inconsciente.-



El normal medicado


Freud en 1930 en su Malestar en la cultura, escribía que los procedimientos para evitar lo gravoso de la vida consistían en tres tipos de calmantes: “poderosas distracciones que nos hagan valuar en poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles a ellas”. Esta afirmación realizada en el contexto de reubicar los anclajes del sentimiento de religiosidad, explayado en el Porvenir de una ilusión, y los efectos que en ese momento efectuaba la ciencia, nos brinda matices que podemos retomar hoy.

Más allá que no se había producido el surgimiento de una clínica del psicofármaco sobre los cuerpos, la cual emerge y se expande a partir de los años 50´, sí convivía con un tiempo en el cual existían diversas técnicas corporales y otros tipos de sustancias activas. Este matiz permite mantener abierto el horizonte y no reducir a sólo hablar de los efectos de los psicofármacos, por esto es preferible el término “medicamentos”.

El placer y el dolor mantienen relaciones paradójicas cuando la satisfacción entra en juego, si no fijamos la carga semántica de estos términos en hacerlos equivaler al hedonismo y a las algias fisiológicas de un organismo doliente. Por el contrario el organismo puede ser separado del cuerpo, si lo consideramos un soporte necesario del segundo y no su sinónimo.

Es así que el cuerpo también resulta un producto y efecto inacabado del lenguaje, sobre un organismo considerado totalidad, digamos mítica. Como diferenciara Lacan en La Tercera, al separar los afectos que emergen entre, las distracciones de “tener un cuerpo” y la angustia de notar que también se puede “ser un cuerpo”.

Comento lo señalado por Enrique Acuña en Semblanzas reales – de los meteoros a internet-: “Esta es la paradoja central que nos interesa: es necesario que exista la ciencia como pareja del psicoanálisis para que este juegue su partida, o, dicho de otra manera, lo rechazado en un campo de realidad retornará indefectiblemente como real en otra escena.”. Esto permite interrogar el terreno de la promoción civilizatoria de las normalidades y los medicamentos, como objetos técnicos que provienen de la ciencia, los cuales muestran que esta no considera el cuerpo como algo inacabado, sino parcializado, en una suma que sería totalizable.

De esto los ejemplos son variados: los fragmentos de intervención de la hiper-especialización médica y sus clases de las cuales se ofrecen nombres aptos para identificarse; otra un hardware naturalmente creado por una evolución progresiva, todavía no explorado más allá de un pequeño porcentaje, en las metáforas de las ciencias cognitivas, etc.

Por cada una de estas molécula medicamentosa que es lanzada al mercado, este término no es ingenuo ya que se inserta en fuertes tensiones bio políticas, cientos son descartadas –residuos con otros fines-, argumento utilizado en la discusión sobre la propiedad y patentamiento de los nuevos productos, localmente por ejemplo en el tema de los alcances de los medicamentos genéricos. Notables partidas presupuestarias en algunos estados industrializados, van a parar a las investigaciones, en áreas que hasta hace algunos años ni siquiera tenían nombre tales como, nanotecnología, biología molecular, lenguajes artificiales, etc.

Los medicamentos nos permiten explorar ese eje entre el “tener y el ser un cuerpo”, tanto en sus versiones de circulación legal como ilegal, como producto de procesos técnicos, como placebo, como partículas reales preñadas de efectos simbólicos de clasificación. ¿Qué decir hoy de la falla epistemo somática?

Lacan en La ciencia y la verdad, podía considerar que eso que es una nueva versión del síntoma, como el psicoanálisis lo considera, emerge del hueco en que un cuerpo no es sólo un organismo mudamente enfermo pasible de ser retrotraído a una normalidad anterior perdida.


En otros términos, que tal vía del síntoma, si es abierta cual caja de Pandora en un análisis, posibilitaría el alivio de cierta aproximación a un saber ignorado y eficaz a la vez de limitarlo.

Germán Schwindt


Pre-textos preparatorios... - "El superhambre" - Por Fátima Alemán


Pre-textos preparatorios

Hacia el II Encuentro de Psicoanalisis con la Historia y la cultura

LOS SINTOMAS DE LA CULTURA:
Insistencia del ¿quien soy?
-consumos, adicciones, cuerpos, identidades-


Misiones, Posadas, 25 de marzo, 15 hs. (Alianza Francesa).



En este texto resumido, Fátima Alemán retoma la práctica de hacer de la literatura un síntoma que enseña algo al psicoanálisis.

La descripción que escribe Amélie Nothomb en su libro "Biografía del hambre" de los modos de sustracción y apego al objeto comida con el efecto de un nombre ("superhambre") viene a situar bien el fenomeno de la anorexia.

¿Ser o tener un cuerpo? la pregunta no es la de Hamlet sino de la una voz que "come nada" en el objeto oral.

Figuras literarias de la anorexia, otrora la histeria fragmentada, hoy ofrecida a los discursos de la cutura que idealizan -cual superyo materno- la imagen de un sujeto.-

Enrique Acuña



La superhambre


Anorexias-bulimias son ciertamente síntomas de la cultura del consumo. Por su rasgo negativo, “no consumen”, “consumen nada” o “consumen todo menos comida”, se imponen como identidades prêt-à-porter, sobre todo en el mundo de los jóvenes ávidos de nombrarse de algún modo. Como síntoma social, anorexias/bulimias son nombres que dan cuenta de la relación que tiene un individuo con el cuerpo, pero sin cuestionar allí qué elección hay en juego.

Como síntoma para el psicoanálisis, donde cuenta lo particular del caso, la forma de nombrarse (identificación) es justamente lo que importa pues sólo así es posible acceder a la satisfacción paradójica la sostiene.

¿Cómo explicar la parálisis de una pierna sin una causa orgánica? ¿Cómo dar cuenta de una perturbación de la visión si el órgano comprometido se sustrae de su función orgánica? Desde el descubrimiento freudiano de la razón inconsciente conjuntamente con una teoría de la sexualidad sostenida en el concepto de pulsión, lo natural del cuerpo se pierde: ningún objeto satisface a la pulsión. Como dice Enrique Acuña, “hay al menos dos cuerpos: uno puro organismo biológico, y otro segundo, resultado de la incorporación del lenguaje. Este resignifica al otro por retroacción y permite una apropiación –no de “ser” sino de “tener” un cuerpo- como relato capaz de ser significado parcialmente en la experiencia analítica”[1].

Por lo tanto, desde el psicoanálisis, no es la necesidad lo que jaquea la anoréxica en su rechazo al alimento, sino la dimensión simbólica del deseo. Es la evidencia del deseo como insatisfecho. La anoréxica muestra entonces la topología de un cuerpo marcado por zonas erógenas, un cuerpo agujereado por donde se filtra el lenguaje.

Para ejemplificar esto, resulta interesante el testimonio de la escritora belga Amélie Nothomb en su libro Biografía del hambre[2], donde la anorexia como “experiencia límite” da cuenta del pasaje del cuerpo totalizado de la infancia al cuerpo fragmentado y erogenizado de la adolescencia. Una de las voces más personales de la nueva literatura europea, con un estilo donde resalta lo autobiográfico, Nothomb explora una vez más el conflictivo tránsito hacia la adolescencia a partir del hambre como motor de la historia.

Siendo hija de un diplomático belga, su vida prosigue un destino nómade: Japón, China, Nueva York, Bangladesh, Burma, Laos, hasta los 23 años, donde se afinca en Bélgica.

En cada lugar de residencia, el hambre actúa como vehículo: ¿qué es el hambre? “Por hambre yo entiendo esa falta espantosa de todo el ser, ese vacío atenazador, esa aspiración no tanto a la utópica plenitud como a la simple realidad: allí donde no hay nada, imploro que exista algo”. Pero el hambre también aparece para esta autora como deseo, “el hambriento es un ser que busca”, y su infancia testimonia de ello: un apetito extremo por las golosinas, por el alcohol, por el agua. Hay también una constelación familiar que le permite nombrarse –al mejor estilo nietzcheano- como “la superhambre”: “mi padre era bulímico, mi madre estaba obsesionada con los alimentos, mis dos hermanos mayores eran normales. Yo era la única que estaba en posesión de aquel tesoro, que sería la fuente de ambigua vergüenza a partir de los seis años, pero que a los tres, a los cuatro, se me aparecía como lo que era: una supremacía, la señal de una elección”. El paso por la anorexia se produce en esta autora-protagonista con la entrada a la adolescencia: “seguía siendo tubo, pero en mi espíritu se iniciaba ya la dislocación de la adolescencia”[3].

Bien freudiana, el desarrollo del cuerpo y el deseo por un joven inglés dio lugar a una voz nueva e imperativa: “La nueva voz era tan fuerte que en adelante impedía engañarse a sí mismo. En adelante, cuando intentaba recuperar aquel hilo narrativo, la nueva voz se interponía y sólo admitía el anacoluto”. El cuerpo infantil divinizado hasta el extremo se transformó entonces en un cuerpo fragmentado y extranjero: “todo se convirtió en fragmento, rompecabezas en el que cada vez faltaban más piezas”. La metamorfosis de Kafka se convirtió “en mi historia”. Finalmente, el día de su Santa, dejó de comer: “En Bangladesh, me habían enseñado que el hambre era un dolor que desaparecía muy de prisa: uno sufría sus efectos sin sufrir más dolor”. Fue así que se produjo el milagro: el hambre desapareció.

Es interesante destacar la transformación que provoca el despertar sexual en el deseo infantil: de un hambre infinito y sediento de novedad se pasa a un hambre doloroso y mortífero. Como bisagra del pasaje, la voz del superyó opaca el deseo y exige gozar. “La anorexia fue una bendición para mí: la voz interior, subalimentada, se había callado; mi pecho volvía a ser plano a las mil maravillas; ya no sentía ni una pizca de deseo por el joven inglés; a decir verdad, ya no sentía nada”.

Podemos agregar que esta resultante “sentir nada” coincide con el paradigma de la anorexia que Lacan formula en su Seminario sobre La relación de objeto: “Ya les dije que la anorexia mental no es un no comer, sino un no comer nada. Insisto –eso significa comer nada. Nada es precisamente algo que existe en el plano simbólico”[4].

Dice la autora: “La anorexia me había servido como lección de anatomía. Conocía ese cuerpo que había descompuesto. Ahora se trataba de reconstruirlo. Por extraño que parezca, la escritura contribuyó a que así fuera. Aquel esfuerzo constituyó una especie de tejido que luego se convirtió en mi cuerpo”.

Este ejemplo que nos enseña sobre el “tener” un cuerpo en la anorexia, sin embargo, no debe hacernos pensar que la cura se alcance sólo por la escritura. En el caso de Nothomb algo de eso funcionó, por la vía de lo autobiográfico. Sabemos que la experiencia del psicoanálisis como lazo social inédito permite acceder a un nombre de goce pero con una transformación que implica cernir lo incurable. Identificarse a la anorexia no es identificarse al síntoma.-

En otros términos, que tal vía del síntoma, si es abierta cual caja de Pandora en un análisis, posibilitaría el alivio de cierta aproximación a un saber ignorado y eficaz a la vez de limitarlo.

Fátima Alemán


Notas

[1] Acuña, Enrique: “Hecho para gozar -El cuerpo escrito de Anaïs Nin-”, Revista Conceptual nº8, 2007.

[2] Nothomb, Amélie: Biografia del hambre, Ed. Anagrama, 2006. Incluyo aquí un extracto del texto “Anorexia y escritura”, publicado en la revista Conceptual nº 8 – Octubre 2007.

[3] Hay otra novela de A. Nothomb que aborda el cuerpo en términos topológicos: Metafísica de los tubos.

[4] Lacan, Jacques: El Seminario 4 La relación de objeto, Ed. Paidós, pág.185.