Pre-textos preparatorios... - "Las máscaras femeninas, aportes " - Por Romina Torales



PRE-TEXTOS


HACIA EL IV ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA HISTORIA Y LA CULTURA

Coloquio:


LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




VIERNES 13 DE ABRIL – 19:00 HS


Museo Provincial Juan Yaparí
Dirección: Sarmiento Nº 319


Ciudad de Posadas, Misiones



INFORMES:
Teléfono: (0376) 15-4827189
Email: apm_posadas@hotmail.com



PARTICIPAN:
* Christian Gómez -Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



AUSPICIAN:
Área Virtual Analítica (A.V.A.) de la Biblioteca Freudiana La Plata-
Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
Museo Provincial de Bella Artes Juan Yapari
Delegación Posadas del Instituto Oscar Masotta




Presentación

Otro texto enviado desde La Plata, de Romina Torales quien es coordinadora del Módulo sobre la Procuración femenina de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, texto en el cual se lee el debate posfreudiano sobre la sexualidad femenina y las variaciones en torno a la significación del falo.


Claudia Fernández



Las máscaras femeninas, aportes


Agradezco la invitación a participar de este foro de pre-textos del IV encuentro del psicoanalisis con la historia y la cultura “Las mascaras de lo femenino” organizado por la Asociacion de psicoanalisis de Misiones. En esta ocasión voy a transmitir algunas ideas logradas en el módulo de investigación “La procuración femenina –mujeres entre amor y goce-” del cual soy responsable, llevado a cabo en la APLP. Hemos abordado los cambios y variaciones en la teorización freudiana en referencia a la sexualidad femenina. Dichos giros están basados en el descubrimiento de la primera ligazon madre-hija hecho por sus discípulas. Es de destacar que Sigmund Freud no solo reconoce que había un continente oscuro alrededor de lo que se sabía sobre la sexualidad en las mujeres, sino que además realiza el llamado a sus discípulos a indagar y producir en relación a este tema.


Marie Christine Hamon en su tesis “¿Por qué las mujeres aman a los hombres y no a su madre? Intenta poner la discusión a punto, devela los errores en los nombres propios y los ninguneos de la época en los cuales habría caído el maestro al momento de tomar los aportes de sus contemporáneos. Conceptos tales como “complejo de masculinidad”, o “demanda inicial de la hija dirigida a la madre” fueron tomados del psicoanalista Van Ophuijsen en 1917, éstos se deducen de casos publicados por él, siendo uno de ellos el que diez años después derivaría a su colega Jeanne Lampl de Groot y será con ella con quien la paciente re-editara una relación transferencial materna, cargada de odio y celos pasionales no manifiesta hasta el momento, dando entrada a la fase de la actitud edípica negativa. Este será el dato clínico que Freud tomará como referencia para darle lugar a la ligazón fundamental “pre-edipica” madre hija en 1931.


Ya en 1917 Van Ophuijsen (a pesar de que no estaban las conceptualizaciones de la primacia del falo y la etapa fálica en la niña) había observado en la niña una fijación uretral anal que daba cuenta de una identificación al organo genital del padre, como una de las formas de “hacer de hombre”, la cual llamará “complejo de masculinidad”. Otro aporte de Jeanne de Groot es que el interés supremo de la niña en portar el miembro masculino forma parte de un deseo activo hacia la madre, será para conquistarla como objeto de amor, develando así que al igual que con el varón el primero objeto de amor es la madre. Según Hamon habría varios olvidos y deudas en lo concluido sobre la sexualidad femenina por parte del inventor del psicoanalisis. Por ejemplo fue Ruth Mack Brunswick quien llamo por primera vez pre-edipico a la ligazon primitiva con la madre, tambien se olvidó a Karl Abraham quien fue el interlocutor privilegiado de las elucubraciones acerca de la sexualidad femenina. El contexto historico de descubrimiento en el cual se encontraba el psicoanalisis probó un debate acalorado alrededor de la sexualidad en las mujeres.


Ernest Jones en varios de sus textos deja bien planteadas las polémicas del momento: - diferencias en las conceptualización acerca de la fase fálica en la niña, - El descubrimiento temprano de la vagina en contraposición a un desconocimiento, - la envidia fálica como insuficiente justificativo del complejo de castración – y las causas de la hostilidad de la niña hacia a la madre que provoca el giro hacia el padre. Según él las diferentes posiciones estarían divididas entre el grupo de Viena por un lado entre los que se destacan Helene Deustch y Jeanne de Groot; y el grupo de los ingleses por el otro representados por Karen Horney, y Melanie Klein entre las mas importantes. Unos apoyarían las teorizaciones freudianas y los otros innovarían, alejándose así de las argumentaciones del maestro vienes. Karen Horney, feminista, irá en contra de la importancia de la envidia del pene, relativizándola. Dirá mas bien que la femineidad herida da paso al complejo de castración y solo se cae en la envidia del pene luego de una desilusión con el padre, dando paso a una identificación con él. Este concepto contradice el falocentrismo propuesto por Freud apoyando a las feministas de la época. Ernest Jones tambien esta de acuerdo con la femineidad temprana en la niña. Agrega además, que la fase fálica es una defensa de los deseos incestuosos y sádicos-orales tempranos hacia los padres. Hamon tambien señala en su tesis que la mayoría de los psicoanalistas de esta época toman la importancia de la destrucción del objeto en la etapa oral- sadica del desarrollo de la libido teorizada por K. Abraham. Luego Melanie Klein basará su obra en estos conceptos.


También hemos revisado algunos textos de Helene Deustch, discípula valorada por Freud por la innovación de sus conceptualizaciones. Es admirable el empeño en la descripción y la clasificación de los “tipos de mujeres” que dedica en su obra “La psicología de la mujer”. En esta obra encontramos uno de sus trabajos mas citados “El masoquismo femenino”, del cual se ha dicho, que al querer justificar su existencia en basamentos biológicos, se pierde en una argumentación que se aleja de la posición freudiana. Sin embargo, paradójicamente Deustch toma como punto de partida una cita de Freud realizada en “El problema económico del masoquismo” que dice: “…en los que el sujeto (masoquista) se transfiere a una situación característica de la femineidad: ser castrada, soportar el coito o parir”. Lo llamativo de sus textos será la busqueda del motivo por el cual la niña debería resignar el goce fálico del clítoris, activo y sentido en todo el cuerpo, por un goce vaginal, localizado que la dejaría en una posición pasiva. Deustch afirma que se ligarían las razones biológicas: parir, ser castrada etc, con un supuesto placer en el dolor.


Entonces, las mujeres encontrarían en la maternidad la recuperación de la madre y el organo viril cuando amamantan, juntando así pasividad y actividad. En este punto se distancia de Freud ya que para ella no es la primacia del falo lo que regula la castración, sino el paso de la libido del clítoris a la vagina. Al ligarse a la vagina la libido queda libre, sin poder fijarse a representaciones claras como el pene o el clítoris. Explica el problema de: ¿Dónde va a parar la agresividad? A través del masoquismo libidinal. La agresividad es vuelta hacia adentro, siendo la resolución la transicion del sadismo primario al masoquismo. Este proceso deriva en el giro hacia el padre, creando las fantasías de ser violada y castrada.


Encontramos varias puntos en contraposición en la argumentación que Freud realizará en su texto “Pegan a un niño”. Opina Hamon en su trabajo que las teorizaciones de Deutsch se pierden o se fijan en el fantasma “ser violada o castrada” no pudiendo pasar a la solución, que será mas bien revelar lo que se desea en el agente de la castración, que es el falo como posibilitando la aparición del deseo. Esta observación tambien es válida para las posiciones teóricas de Jones, Horney y Melanie Klein quienes hacen del falo un objeto parcial, como el oral o el anal dejando sin salida al enviscamiento de la libido.


Mas allá del encuentro y el desencuentro en las posiciones teóricas, como dice Eric Laurent[1] pareciera que estas mujeres se esfuerzan en transmitir una autobiografía, la cual les permite realizar aportes que hablan de la estructura en juego en sus casos clinicos. Estas elaboraciones parecen solo posibles a partir de una falta, de “hacer algo con la falta”.


Los detalles clínicos en los cuales repararon son: la identificación al padre como producto de su desamor, las concesiones que puede realizar una mujer por amor, el apego a la madre fálica en todas sus variantes, la envidia del pene como relevo de la envidia del pecho, la femineidad temprana, se podrían rastrear como hechas desde el fantasma en la historia de cada una de estas psicoanalistas. Ahora bien a la hora de contribuir a la teoría ¿será ésta la única manera de aportar conceptos?, cada una de estas mujeres pudo decir algo en relación a la sexualidad femenina cuando la polémica giraba en torno al problema del falo.


Lacan retoma la discusión y la ubica en términos de: “Función y campo de la palabra y el lenguaje”[2], no se trata del falo como órgano, ni de tener el falo para las mujeres, sino de una relación con “ser el falo” sin creérselo del todo, que provoca el relevo a ser “Otra para si misma”. Por lo tanto las mascaras de lo femenino será la sutileza con la cual cada mujer inventa a partir de la falta, dando lugar y soportando lo que escapa a la significación fálica, a veces escribiendo sobre lo mas particular del caso, otras diciendo, y la mayoría de las veces en silencio, callando.-


Romina Torales


Notas:

[1] Posiciones femeninas del ser, Eric Laurent, Ediciones Tres Haches
[1] Expresión utilizada por Enrique Acuña en la última clase de curso “El objeto del psicoanálisis-lo que queda por decir”, de este año 2012.-


Pre-textos preparatorios... - "La mujer entre lo homo y lo hétero" - Por Julieta Ríos



PRE-TEXTOS


HACIA EL IV ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA HISTORIA Y LA CULTURA

Coloquio:


LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




VIERNES 13 DE ABRIL – 19:00 HS


Museo Provincial Juan Yaparí
Dirección: Sarmiento Nº 319


Ciudad de Posadas, Misiones



INFORMES:
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PARTICIPAN:
* Christian Gómez -Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



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Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
Museo Provincial de Bella Artes Juan Yapari
Delegación Posadas del Instituto Oscar Masotta




Presentación

En este envío Julieta Ríos, de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones, revisa las conceptualizaciones psicoanalíticas de la sexualidad a partir de las variaciones del término perversión como aquel que designaría como tal la satisfacción de la pulsión. Se trata de qué demuestra la homosexualidad en la mujer a cerca de la sexualidad femenina pero también de la vida erótica de los sexos.


Claudia Fernández



La mujer entre lo homo y lo hétero


Enrique Acuña comienza su artículo El muro –entre cátaros y preciosas diciendo que la perversión tiene efectos sociales en tanto es un factor que puede salir de la norma de la cultura, y pasando por el análisis de dos movimientos sociales de la historia de Francia, el catarismo y las preciosas, para dar cuenta de las diferentes incidencias sociales de la homosexualidad femenina y masculina, concluye el artículo señalando que no hay efectos sociales fuera de la norma sino efectos sobre el sujeto de lo real, del hecho de que no hay proporción sexual, salvo que alguno empiece a hablar de amor.


Esta última es la hipótesis que se plantea, en principio, esta reflexión sobre la cuestión de la sexualidad perversa y de sus formas de presentación, sobre todo la homosexualidad, distinguiendo en ella la masculina de la femenina.


En primer lugar tendríamos que ver qué se entiende por sexualidad perversa y cómo un cuerpo se ve afectado por el lenguaje constituyéndose tanto del lado masculino como del lado femenino, que no es lo mismo que decir macho-hembra.

Miller (Fundamentos de la perversión) señala que la perversión pone en cuestión el concepto mismo de sexualidad, testimonia que los seres humanos pueden buscar la gratificación sexual fuera del normal acoplamiento biológico del sexo. La perversión es la noma de la pulsión. Esto lo lleva a distinguir entre una perversión generalizada y la perversión clínica o restringida (a la estructura).


Me interesa más detenerme en la llamada “homosexualidad femenina” y los problemas que esta plantea al psicoanálisis. ¿Por qué es problemático? Con Miller por lo menos decimos que es paradójico, “hasta el punto que Lacan propone llamar heterosexuales a todos aquellos que amen a las mujeres”.


Lacan, al hablar de perversión, hace un juego de palabras en francés: pèr-version, donde pèr es padre, se trataría de una versión al padre, en el sentido de una vuelta, un llamado al padre, lo que daría cuenta de que la perversión no es una subversión (léase desvío de la norma). Para Lacan las homosexuales son sujetos que han desarrollado una fijación muy intensa al padre.


Freud analiza el caso de la llamada joven homosexual, en su artículo Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920) y si bien se trata de un análisis que no prospera, Freud descubre que el caso le enseña sobre la sexualidad femenina. Invito a su lectura.


Por ello, Fátima Alemán, en un texto publicado en la Revista Conceptual Nº 6, Sidonie Csillag, el éxito de Freud, se refiere a la joven, justamente como el éxito de Freud, ya que “abre las puertas a un nuevo tipo de amor en la mujer que hace las veces del “tipo masculino”, donde están presentes las condiciones eróticas descriptas minuciosamente en la primera de las Contribuciones a la psicología del amor: humildad y gran sobrestimación sexual del objeto, renuncia a toda satisfacción narcisística, preferencia por amar antes que ser amado, elección de una mujer degradada y prejuicio del tercero perjudicado”.


Tanto Freud como Lacan enseñan que la sexualidad se constituye en relación al falo; la perversión clínica sería un modo de negar la castración del Otro, pero en la homosexualidad femenina, la ausencia del órgano funciona como condición de amor, de alguna manera elimina el instrumento fálico. Lacan agrega algo más y va a decir que en la mujer hay un goce más allá del falo, y esto lo lleva a hablar de un goce femenino.

El falo como significante del goce, implica una captura del goce por parte del significante, a esto llama castración. Y eso se aplica tanto al hombre como a la mujer, solo que de manera diferente. Esta acción del significante sobre el cuerpo da lugar a las significaciones del tener y no tener, del ser y no ser. Tenerlo, a condición de no serlo, del lado del hombre. Serlo, a condición de no tenerlo, del lado de la mujer.


De acuerdo con la concepción lacaniana, más allá del sexo biológico, la sexuación del ser hablante es resultado de ciertas modalidades del decir (Enrique Acuña). Habrá masculino y femenino según el modo en que el sujeto se inscribe en la función fálica.


Ahora, sobre este fondo de falta estructural, hay distintas maneras de posicionarse del lado femenino, en relación al deseo, a través de la maternidad (posición deseante, deseo del hijo como falo), a través de la mascarada (posición de deseada: ser el falo, objeto de deseo para el hombre). La condición de amor en la mujer según Lacan, es “un no tiene que la vuelve deseable”. Estas son estrategias frente al amor y al deseo que producen satisfacciones relacionadas con el otro. Mientras que del lado del goce, la satisfacción no depende del partenaire. Lacan dice que la mujer, al experimentar el goce suplementario, tiene la soledad como partenaire, tiene un goce que no comparte con el hombre. Por su lado, el hombre, en el registro del goce, también queda a solas con su órgano.


Entonces, la homosexualidad femenina estaría constituida en el registro del amor, de ello da testimonio la joven homosexual, al amar a una mujer, al modo del amor cortés, ya que es un amor que no pide más satisfacción que servir a la dama (Lacan, Seminario 4); pero lo más importante –continúa Lacan- es que lo que se desea está más allá de la mujer amada, lo que se desea en la mujer amada es precisamente lo que le falta, el objeto primordial cuyo equivalente iba a encontrar en el hijo (que el padre le niega ofreciéndoselo realmente a la madre) , es decir el falo.

Como dice F. Alemán, en la homosexualidad femenina el desafío toma la forma de un empuje al amor, dar lo que no se tiene… pero a alguien que no lo tiene. Es a la feminidad a donde dirige el interés supremo. Lo mismo Lacan sitúa en relación a Dora, refiriéndose a su relación con la Sra K, cuando dice que la histérica es alguien cuyo objeto es homosexual, y aborda este objeto homosexual por identificación con alguien del otro sexo, en este caso el Sr K. La mujer hace del hombre para aproximarse a aquello que tiene de enigmático la sexualidad femenina.

En este sentido F. Alemán va a concluir con que la heterosexualidad no es la norma. Y que feminidad y masculinidad son “decisiones” sobre lo real del sexo.


Julieta Ríos


Bibliografía consultada::

- Acuña, Enrique: El muro –entre cátaros y preciosas. Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp, 2009
- Miller, Jacques-Alain: Fundamentos de la perversión. Perversidades. Colección Orientación Lacaniana, Paidos, 2001
- Freud, Sigmund: Psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (1920) Obras Completas. Amorrortu Editores.
- Alemán, Fátima: Sidonie Csillag, el éxito de Freud. Revista Conceptual. Estudios de psicoanálisis, Año 5, Nº 6. Publicación de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata.
- Lacan, Jacques: Seminario 4, La relación de objeto. Paidós, Buenos Aires, 2005


Pre-textos preparatorios... - "Mujeres contemporáneas" - Por Gisèle Ringuelet



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LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




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* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



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Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
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Presentación

¿Qué quiere una mujer? Esta pregunta, reformulación lacaniana de la pregunta freudiana ¿qué quiere la mujer?, lleva a la autora, miembro de la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, a formular intentos no de respuesta sino más bien de articulación a partir de situar por un lado movimientos sociales y políticos contemporáneos que involucran a las mujeres y por otro lo que la literatura demuestra pero también, y fundamentalmente, la experiencia analítica a partir del relato que es efecto no ya de lo colectivo sino de la soledad del inconciente y su interpretación.


Claudia Fernández



Mujeres contemporáneas


En la Argentina no se conocieron, a la manera de otros países, movimientos de mujeres feministas que se agruparan para reclamar por sus derechos. Pero si, hubo a fines del siglo XIX, un periódico "comunista - anarquista" la voz de la mujer (1896), en donde las autoras que se mantuvieron anónimas, irrumpieron con un lenguaje nuevo y se autodeclararon "Feroces de lengua y pluma".

En esta publicación bilingüe (en italiano y español), se encontró, por primera vez un rechazo al matrimonio y al hogar. Mientras que el cuerpo, apareció definido como "una máquina", "un lindo molde " con los que gozaban los hombres.

Posiciones que expresaban con el siguiente estilo:

"...es preciso que sepáis de una vez, que esta máquina de vuestros placeres, este lindo molde que vosotros corrompeís, ésta sufre dolores de la humanidad, está ya hastiada de ser un cero a vuestro lado, es preciso oh falsos anarquistas!, que comprendais una vez por todas que nuestra misión no se reduce a criar vuestros hijos y lavaros la roña, que nosotras también tenemos derecho a emanciparnos y ser libres de toda clase de tutelaje ya sea social, económico o marital" [1]

(....)"Si no queréis convertiros en prostitutas, en esclavas sin voluntad de pensar ni sentir no os caséis"(pag237) .

Además, rechazaban el amor incondicional, el amor como cualidad femenina y proponían a cambio del yugo masculino, el goce autoerótico, que Miller prefiere llamar autista :"busca la masturbación un lenitivo a tus voluptuosas ansias. Hazlo todo, todo, menos amar hasta que te amen.." pag. 237 "El amor no puede ser eterno ni inmutable ni fijo" "...queremos el amor libre completamente. Es decir que la unión termine cuando termine el amor..." (pag. 237)

Estas mujeres, reclamaban los derechos de libertad e igualdad frente a los hombres, a partir de Ideales anarquistas. Derechos que conllevaban el eslogan del feminismo de la igualdad: "!Tuyo es tu cuerpo!", y que implica, como Graciela Musachi señala en su libro [2] un fantasma de dominio.

Ahora bien, pasado más de un siglo ¿Qué discursos surgieron frente a este malestar de las mujeres que expresaban, con estilo innovador, algunos escritores?

Indudablemente, con la creación del psicoanálisis, Freud intentó responder a eso que inquietaba a sus contemporáneos. Legando, sin embargo, la pregunta: ¿Qué quiere la mujer? que Lacan reformuló por ¿Qué quiere una mujer?. Transformación que implica una respuesta diferente a la problemática femenina, al reconocer que no existe universal de la mujer.

No obstante, me interesa poder situar, teniendo en cuenta esta premisa, algunas variaciones en los síntomas de las mujeres contemporáneas.

Actualmente, las mujeres no deben ser excepcionales para escribir ni mantenerse en el anonimato o ponerse seudónimo, como lo hacían las mujeres anarquistas del siglo XIX . Escritoras, periodistas e incluso políticas acceden a la palabra oral y escrita para expresar sus posiciones, casi sin restricciones. Pero, cuáles son los síntomas y las formas de gozar que manifiestan las mujeres en esta época?

Quizás, uno de los cambios más notorios, que se relacionan estrechamente con el discurso de derechos humanos, es (como ya han señalado otras psicoanalistas) que generalmente, no se encuentra un rechazo, o "como en Dora, un retroceso tembloroso frente al órgano del señor K" [3], sino que por el contrario, las mujeres de hoy se han familiarizado con el órgano viril como instrumento de goce.

Pero, a diferencia de lo que Freud planteaba, es más frecuente que las mujeres amen por un lado, y deseen o gocen por otro. Incluso Lacan, en La significación del falo (1958) parece adoptar la tesis freudiana pero introduce un matiz cuando aclara que el desdoblamiento entre el objeto de amor y el deseo se encuentran también en la mujer pero "el primero se halla disimulado por el segundo" [4].

Ejemplo de esta separación, se puede escuchar en lo que dicen las mujeres en el consultorio y en lo que éstas escriben. Pero ¿qué sucede cuando la maternidad irrumpe en estas mujeres?.

En la novela Salsa [5] de la escritora Clara Obligado, que narra la historia de varias mujeres que se conocen en un local de baile. Uno de sus personajes, apodado Gloria, está, justamente, dividida entre el deseo y la maternidad.

La trama del libro, parte del enigma que se plantea con el nacimiento del hijo de Gloria, cuando ésta exclama ¡Es blanco!. Provocando, en su esposo, Julio, la sospecha que ese niño no es hijo suyo.

Gloria tiene un secreto, al que se le agrega otro que van a compartir Jamaica, otro personaje de esta novela y Julio. Ambos secretos, van a organizar la estructura ficcional de esta novela.

El nacimiento del hijo provoca en Gloria recuerdos de sus padres. A su padre lo recuerda como un hombre seco pálido y cansado, que regaba la casa con tristeza y con un temor cuyas causas eran desconocidas. Mientras que "su madre permanece fijada en una escena alegre, con una fuente entre las manos en la que humea el arroz, bailando en la cocina" (pag. 45)

Ambos habían fallecido jóvenes, primero su padre y al poco tiempo su madre "había desaparecido cuando era aun una niña" . Pero las causas de su muerte le resultan a ésta difusas. (106)

Por qué, se preguntaba Gloria, su madre la gestó en Cuba y luego volvieron rápidamente a aquel pueblo triste.

Intrigas que van a ser develadas, cuando se conozca el secreto que Jamaica ha revelado recientemente a Julio.

Por otra parte, Gloria desea que su esposo no entre "en esa estrecha pareja que forman ella y su hijo. Que no los separe"(pag. 47). Pero esta posición la lleva a la soledad: "Desde el parto se siente más sola como si ese fino segmento que va entre la vida y la muerte se acortara de prisa despiadado, como si alguien hubiese dado cuerda a un reloj que avanza sin compasión" "(pag. 46).

De esta manera, Gloria por el nacimiento de su hijo, empieza a rechazar a su esposo. Podemos decir, que esta mujer "a partir de la maternidad, pasa del narcisismo (ser amada por su esposo), a amar un objeto que es una parte de ella (falo) y una parte separada de ella (hijo)" [6]. Su matrimonio le había dado seguridad, tranquilidad. "era Julio quien amaba, ella se dejaba amar, Julio quien suplicaba, ella quien concedía.....Entre ellos había quedado establecido desde el principio que él iría tras ella, pasase lo que pasase..." (pag. 94). Pero ahora Julio le resulta extremadamente aburrido y no puede apartar de su mente a Ulises, su amante negro.

Gloria, una mujer de cuarenta años, que se piensa "una madre añosa" (pag. 93) y que descubre que su cuerpo "había cambiado de forma, se ensanchaba y tendía a caer"(93). Ella que, paradójicamente, había deseado tener un hijo de su esposo; si bien había tenido amantes pasajeros. Ahora se encuentra dividida entre la maternidad y el deseo, mientras que no puede resolver qué hacer con su matrimonio.

La aparición de Ulises, "su olor, su temperatura, la despertaron del letargo....¿Se ha vuelto loca?.....cierra los ojos y se deja llevar. Y entonces su cuerpo se pega al de Ulises, siente cómo esas manos grandes se deslizan desde la espalda a la cintura, de la cintura a las nalgas, no puede contenerse, no puede escapar, arriba y abajo, arriba y abajo, intenta separarse, no nunca, nunca un hombre la ha tocado así" (pag. 80). Pensaba todo el tiempo en Ulises, "fluctuando entre el dolor y el placer" (92)

De esta manera, Gloria ubica a su cuerpo, no solo desde la consistencia imaginaria de la forma sino que esta funciona como agujereada a partir de las zonas erógenas que el Otro logra delimitar y que le permite descubrir un goce anteriormente desconocido.

Ella, que creyó cuando nació su hijo que no necesitaría a nadie más, se ve impelida al encuentro con su amante y "emulando a su madre, sin darse cuenta", se pone flores en la melena rubia.

La autora ubica el dilema de Gloria, por la vertiente de la repetición. Jamaica que es una amiga de la madre de Gloria, había guardado un secreto que decide revelarlo a Julio. Su amiga no había muerto sino que se había ido con otro hombre y había dejado a su hija, después que su marido adinerado y viejo muere.

Entonces, podemos ubicar en la estructura ficcional de esta novela cuatro personajes: mujer, marido, amante e hijo, en dos situaciones similares. Una pasada, que representa la novela familiar de Gloria, y la otra presente que constituye el drama actual de la protagonista. En ambas la mujer aparece como un enigma, tanto para los hombre cono para ella misma, ¿qué quiere esta mujer que tiene un hijo que no es ubicado como metáfora de amor a un hombre?

Gloria, sin saberlo, está repitiendo la historia de su madre y este desconocimiento parece conducirla al mismo destino. Planteo que se acerca al concepto freudiano de síntoma, al considerar a éste, como la repetición de algo desconocido que implica la presencia de algo viejo que sigue activo.

Dicho en otras palabras podemos decir que para el psicoanálisis, todo síntoma conlleva algo antiguo no sabido, que solo si se desanuda, permitirá encontrar algo nuevo, lo singular que cada quien deberá inventar. Mientras que los síntomas sociales surgen del culto a lo nuevo, de la exigencia de lo nuevo, que como subraya Miller, indican la nueva forma del malestar en la cultura.

Este culto supone la valoración de la juventud como un síntoma de la cultura de hoy y por ende el rechazo frente al envejecimiento. La protagonista, se siente una mujer añosa con un cuerpo viejo.

Por otra parte, la sexualidad, no solo se ha transformado en un discurso publico, sino también es objeto de atención de especialistas (sexólogos, terapeutas de pareja, etc.), evolución en donde el psicoanálisis, los feminismos, el discurso de derechos humanos, así como el discurso liberal han estado involucrados.

Hoy el derecho sexual se añade a la lista de derechos humanos, transformando las coyunturas desde donde las mujeres desean.

Para concluir, podemos decir, que la significación de los síntomas, no es la misma, en las mujeres contemporáneas que en las mujeres del siglo XIX. Estas últimas, con seudónimo y en un lugar de excepción, reclamaban la equiparación de derechos tanto familiares como laborales y planteaban como alternativa frente a la intromisión de aquellos hombres que gozaban de sus cuerpos como "una maquina, un lindo molde", la masturbación, el amor libre.

Mientras que hoy, las mujeres que pueden hacer oír su voz, no solo se han familiarizado con el órgano viril como instrumento de goce, sino que algunas aman por un lado y desean o gozan por otro. Lo que permite afirmar que la convergencia sobre el mismo hombre se realiza como una "elección" entre otra.

Además, la maternidad, que ha pasado a ser un derecho y no un deber [7], puede, para algunas mujeres, disociarse del matrimonio.

Pero, este cambio, en lo que Lacan llama la envoltura formal de los síntomas, no implica, para el psicoanálisis, un cambio radical al estilo de las utopías New Age, que prometen algo totalmente nuevo; sino que por el contrario el síntoma conlleva para el psicoanálisis algo antiguo que provoca efectos y que solo si se desanuda podrá surgir lo nuevo.

De esta manera, como señalo Enrique Acuña en su curso, hay que distinguir la eficacia de la literatura que se produce cuando provoca la implicación del lector en la intriga; de la eficacia del psicoanálisis que propone la lectura del inconsciente para la producción de una significación nueva. Ambas producen efectos pero de distinta índole.

Finalmente, podemos precisar, que a nivel simbólico (lenguaje en tanto universal), hombres y mujeres son iguales, en tanto sujetos del significante, ambos están sometidos a el y es desde esta vertiente que se puede hablar de mujeres contemporáneas. Pero "en la relación sexual, son las particularidades las que resultan excitantes para algunos, no para todos" [8] y es aquí donde se capta que "no existe", no hay relación sexual pero si hay relación con el sexo. Es decir que cada uno alcanza al Otro desde su goce singular, desde el significante amo al que cada uno se prende. Goce al que Freud llamo fálico.


Pero a lo que Lacan llama "mujer", es aquel sujeto que mide su goce con algo mas que la castración, es aquel que puede prescindir de la función fálica, justamente porque no hay relación sexual, porque entre uno y otro hay malentendido y entonces puede haber Otro goce. Entonces la mujer no toda, definida por el goce otro, no contable, nunca puede ser pensada como moderna, ya que se presenta desde lo que se denomina el eterno femenino.


Gisèle Ringuelet


NOTAS:

(1) Masiello Francine compiladora LA MUJER Y EL ESPACIO PUBLICO El periodismo femenino en la Argentina del siglo XIX.
(2) Musachi Graciela MUJERES EN MOVIMIENTO. Eróticas de un siglo a otro. Ed. Fondo de Cultura Económica. Año 2.001. Pag. 68
(3) Morel Genéviève Valores de mujer. Trabajo presentado en las 2das Jornadas del Seminario Hispanoparlante "Mujeres Contemporáneas. Psicoanálisis y Cultura.
(4) Lacan La significación del falo en Escritos 2
(5) Obligado Clara, Salsa
(6) García Germán La sublimación, los textos de Freud en libro Psicoanálisis una política del síntoma. Pags. 65, 66
(7) Musachi Graciela Idem 2, pag. 66
(8) Musachi Graciela Idem 2, pag. 94


BIBLIOGRAFÍA:

- Acuña Enrique: Curso Eficacia del psicoanálisis, leer escuchar, escribir, transmitir. Año 2.002
- Lacan Jacques: Seminario IV
- Miller El síntoma y el cometa. Tres conferencias brasileñas sobre el síntoma.


Pre-textos preparatorios... - “La mascarada femenina como creaciones del objeto" - Por Marcelo Ale



PRE-TEXTOS


HACIA EL IV ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA HISTORIA Y LA CULTURA

Coloquio:


LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




VIERNES 13 DE ABRIL – 19:00 HS


Museo Provincial Juan Yaparí
Dirección: Sarmiento Nº 319


Ciudad de Posadas, Misiones



INFORMES:
Teléfono: (0376) 15-4827189
Email: apm_posadas@hotmail.com



PARTICIPAN:
* Christian Gómez -Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



AUSPICIAN:
Área Virtual Analítica (A.V.A.) de la Biblioteca Freudiana La Plata-
Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
Museo Provincial de Bella Artes Juan Yapari
Delegación Posadas del Instituto Oscar Masotta




Presentación

Quien escribe en esta oportunidad es Marcelo Ale. Desde La Plata envía un texto: “La mascarada femenina como creaciones del objeto”.

Se refiere a la organización genital infantil (Freud) y a la significación del falo. Donde la diferencia sexual es consecuencia del falo como estructurante en tanto significante de la falta en el Otro.

Hay un desplazamiento, dice el autor, de Freud a Lacan respecto de la problemática de la sexualidad femenina, Freud acentúa el falocentrismo, tanto en hombres como en mujeres tratan de tenerlo, en cambio Lacan acentúa la dimensión del ser: así el tener ligado a lo masculino y el ser a lo femenino. Esta vía, acentuada por Lacan, introduce, señala el autor, la dimensión de la mascarada femenina.


Claudia Fernández



La mascarada femenina como creaciones del objeto (*)


En “La Organización genital infantil”, Freud afirma que en la fase fálica hay una oposición entre fálico/castrado, es decir posesión o falta de pene. Sostiene además que esto implica que en el inconciente lo masculino coincide con la posesión de pene, pero que en cambio no hay representación inconciente que agrupe a lo femenino. Hay fálico o castrado, pero si bien masculino coincide con fálico, femenino no coincide con castrado, es carencia fálica.

Distingue a los dos sexos por el modo de relación con el tener fálico: uno lo tiene el otro no, de lo que resultan consecuencias subjetivas como por ejemplo la fobia, el fetiche y la sexualidad femenina tal como lo plantea Lacan en “La significación el falo” y en el seminario La relación de objeto. Estas consecuencias subjetivas del encuentro con la castración en los dos sexos son: para el que tiene, temor de perderlo, para el que no, anhelo de poseerlo (angustia de castración y envidia del pene sostendrá al final de su vida en Análisis terminable e interminable). Del lado masculino defensa ante la posibilidad de la pérdida, del femenino tres respuestas posibles; que Freud designa en “Sobre la sexualidad femenina”:

-Inhibición de la sexualidad (apartamiento del quehacer sexual)

- Complejo de masculinidad (porfiada creencia en la conservación del pene)

- Feminidad: salida que supone el recupero fàlico via la ecuación simbólica Niño=falo como objeto que compensa la falta. Es una posición expectante que pasa por la mediación del hombre. Para Freud esta mujer es la que acepta la falta fálica e intenta recuperarla vía el niño=falo que recibirá del hombre.

Hay un desplazamiento de Freud a Lacan respecto de la problemática de la sexualidad femenina, que comienza ya a vislumbrarse en “La significación del falo”. Freud acentúa el falocentrismo que implica que tanto en hombres como en mujeres se trata de tenerlo (conservarlo en un lado, recuperarlo en el otro). El hombre se presenta teniéndolo, la mujer queriéndolo tener. En cambio Lacan, si bien no desestima la primacía del tener del falocentrismo freudiano, acentúa la dimensión del ser que también se pone en juego en esta relación del sujeto con el sexo. El hombre compensa la falta en ser que introduce la castración con el tener, en cambio, en la mujer se abre una nueva dimensión que consiste en extraer una consecuencia de ser de su relación con el hombre. Esta es la vía que nos introduce en la función de la mascarada femenina. Lacan escribe al respecto en “La significación del falo”: “Se introduce la intervención de un parecer, que sustituye al tener, para protegerlo por un lado (el masculino), para enmascarar la falta en el otro(el femenino)... Es para ser el falo que la feminidad despliega todos sus atributos en la mascarada...así se establece la función de la mascara”. Introduce a la mascarada femenina como un intento, vía el “parecer ser”por reemplazar la insuficiente solución por el tener.

El falocentrismo freudiano lo aleja de la interrogación por el deseo del hombre. En este sentido Freud no duda, y lejos de considerarlo como el continente oscuro lo define con claridad: el hombre desea un objeto que compense la pérdida del objeto primordial, la pérdida primaria, la castración.

Lacan no se opone a esta consideración y la ratifica al afirmar la misma idea con la fórmula del fantasma en donde el sujeto dividido se complementa con su objeto que designa a. De allí se desprende toda la fenomenología del hombre lacaniano apegado a sus teneres.

En cambio, a diferencia de la certidumbre que en este sentido proporciona la posición masculina, los interrogantes, en función de la posición falocéntrica, recae sobre el deseo de la mujer. Tal es así que el ¿qué quiere la mujer? ha sido la pregunta que ha provocado una basta literatura psicoanalítica.

La primera respuesta freudiana es que la mujer quiere el falo, en este sentido compensa su castración con el falo al igual que el hombre con su objeto sustitutivo. La mujer que quiere el falo, según Freud, se lo pide al hombre de dos modos: bajo la forma del amor- ya que tener el amor de un hombre tiene una significación fálica- y bajo la forma del hijo y su ecuación fálica.

Para Lacan no basta el deseo del falo para rendir cuentas de lo que vincula una mujer a un hombre, no es solamente el beneficio fálico lo que explica su ubicación del lado del objeto sexual. De allí que avance en este sentido al considerar que la salida a la insuficiencia de la solución de tener el falo es intentar serlo como horizonte de la mascarada femenina. Vira la demanda de tener a la de ser que es uno de los nombres de la demanda de amor.

Que no haya representación de lo femenino en el inconciente para Freud, o que La mujer no exista para Lacan, no significa que el lugar de la mujer no exista, sino que ese lugar permanece estructuralmente vacío, lo cual no excluye que se pueda encontrar algo allí.

Jacques-Allain Miller en De mujeres y semblantes afirma que en ese lugar se encuentran solamente máscaras que no son más que máscaras de la nada, y que la mujer para relacionarse al hombre necesariamente debe pasar por la via de la mascarada, es decir, disfrazarse del objeto del fantasma del hombre. Tal es así que el ser mujer queda ligado a complemento de la castración masculina.

Culmina afirmando que no existe La mujer, pero si los nombres sustitutivos como disfraces: la virgen, niña, la esposa, la prostituta, etc: Todos nombres de lo que puede ser la mujer para el deseo masculino. Hay complementariedad entre el deseo masculino y el ser femenino que se pone en juego en la mascarada.


La mascarada femenina como semblante

El semblante tiene la función de velar la nada, introduce un “parecer-ser” en el lugar de lo real, en el lugar del vacío de representaciones y significantes que produce la castración. Hacer semblante consiste en hacer creer que hay algo donde no hay nada. Según esta acepción, el semblante presenta una función similar a la de la mascarada en tanto ese “parecer-ser” representa un “hacer como si” que vela lo real.

Respecto de la función de la máscara, en el artículo de Joan Riviere titulado La feminidad como máscara, el autor para abordar el tema, hace mención al artículo de Ernst Jones titulado La fase precoz del desarrollo de la sexualidad femenina.Lo que Riviere destaca es que se puede observar que las mujeres que aspiran a cierta masculinidad pueden adoptar la máscara de la feminidad para alejar la angustia y evitar la venganza que temen de parte del hombre. La feminidad así llevada como una máscara, disimula la existencia de la masculinidad. La máscara femenina para él oculta una posición masculina, la creencia de que es poseedora del falo

Eric Laurent en Posiciones femeninas del ser afirma que “hay dos tipos de ideas en relación a esta función de la máscara: una ingenua que cree desenmascarar algo debajo de la máscara y otra que sabe que bajo la máscara solo hay otra máscara. No hay nada bajo la máscara, solo hay la estructura de lo simbólico inmersa en lo imaginario como respuestas a la nada de la castración”.La máscara es la escritura que resulta de la división subjetiva. La mascarada femenina no es una patología, es la presentación de un semblante que intenta suturar la castración del Otro.


La mascarada femenina la fobia y el fetiche como creaciones del objeto

Al seminario de Jacques Lacan que lleva por título La relación de objeto, Jacques-Allain Miller propone llamarlo La función de la castración. En su establecimiento lo divide en apartados referidos a la fobia, al fetichismo y a la sexualidad femenina como tres formas posibles de respuestas a la castración y como formas de creación del objeto ¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre esas tres formas de creación del objeto?

Lo particular de la sexualidad femenina como creación, es el desplazamiento de la feminidad freudiana, (en donde el hijo=falo puede considerarse objeto creado que vela la castración), al objeto creado en el que ella se constituye. Es decir el deslizamiento de tener a perecer ser, o de la feminidad a la mascarada femenina. Hacerse objeto, parecer ser, es crearse como objeto que al igual que el fetiche y el fóbico, velan la nada de la castración. Por esta razón es que podrían ponerse en serie, mascarada femenina, objeto fóbico y fetiche

Para la sexualidad femenina habría dos formas de crear el objeto:

- Según las vías del tener, la ecuación de la feminidad hijo=falo. Según esta vía, la maternidad puede ser considerada como formando parte de la patología del tener. Ubicarse como Otro de la demanda es transformarse en la que tiene, en este sentido es semejante a la posición masculina en tanto se intenta suturar la falta por la fórmula tengosoy.

- Según las vías del parecer-ser de la mascarada en tanto se erige allí como el objeto que completa el fantasma del Otro, la castración del Otro.

La feminidad comparte con el objeto fetiche y el fóbico el intento de compensación de la castración por la vía del tener. En cambio, la solución por la mascarada femenina, introduce la compensación de la castración por la vía del ser.



Marcelo Ale


(*) Resumen del trabajo presentado el 3 de abril de 2004, en la Jornada de Apertura de la APLP que llevo por título Creaciones del objeto, fobia, fetichismo y feminidad.

Bibliografía:

Freud Sigmund.
La organización genital infantil. 1923. Amorrortu.
Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias anatómicas entre los sexos. 1925. Amorrortu.
Sobre la sexualidad femenina. 1931. Amorrortu
Análisis terminable e interminable.1937.Amorrortu

Lacan Jacques
La significación del falo. Escritos 2. Paidós
Ideas directivas para un congreso de sexualidad femenina. Escritos 2. Paidós.
El seminario Libro 10 La angustia. Inédito
El seminario Libro 20 Aun. Paidós

J-A Miller
De mujeres y semblantes. Cuadernos del pasador
De la naturaleza de los semblantes. Paidós

Laurent Eric. Posiciones femeninas del ser. Tres Haches
Riviere Joan. La mascarada femenina.


Pre-textos preparatorios... - “De la posesión –demoníaca – de un cuerpo, a la posibilidad de saber algo sobre aquello” - Por Lorena Danieluk



PRE-TEXTOS


HACIA EL IV ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA HISTORIA Y LA CULTURA

Coloquio:


LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




VIERNES 13 DE ABRIL – 19:00 HS


Museo Provincial Juan Yaparí
Dirección: Sarmiento Nº 319


Ciudad de Posadas, Misiones



INFORMES:
Teléfono: (0376) 15-4827189
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PARTICIPAN:
* Christian Gómez -Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



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Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
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Presentación

Escrito que se inicia con el epígrafe referido a un fragmento donde Sigmund Freud señala los modos de presentación de las neurosis en las diferentes épocas. Lorena Danieluk hace referencia al recorrido realizado por Cecilia Fasano en cuanto al término histeria y el manejo que se hizo de la enfermedad a lo largo de los siglos.

Agrega, recurriendo al texto freudiano “Psicología de las masas y análisis de yo” el fenómeno de identificación por el síntoma para referirse a los episodios de una aparente posesión demoníaca sufrida por un grupo de jóvenes de una escuela de monjas, epidemia conocida como la histeria de Morzine

Para finalizar Lorena Danieluk señala la intervención del psicoanálisis en relación al tratamiento de las histerias a partir de la idea de un cuerpo atravesado por el lenguaje y al desciframiento freudiano de la verdad oculta en ese cuerpo a través de la escucha.

Claudia Fernández



De la posesión –demoníaca – de un cuerpo, a la posibilidad de saber algo sobre aquello


Las neurosis de la infancia nos han enseñado que en ellas se conoce sin trabajo, a simple vista, mucho de lo que más tarde solo es posible discernir mediante una investigación exhaustiva. Esperamos algo semejante respecto de las enfermedades neuróticas de siglos anteriores, y así ocurrirá, en efecto con tal que estemos preparados para reconocerlas bajo rótulos diversos que los de nuestras neurosis de hoy.

No nos asombre que las neurosis de esas épocas tempranas se presentaran con una vestidura demonológica, puesto que las de nuestra época apsicològica aparecen con vestidura hipocondríaca, disfrazadas de enfermedades orgánicas.

F. Sigmund “Una neurosis demoníaca del siglo XVII”. 1922 -23. Pág. 73.


De esta manera el psicoanálisis articula “locura” al discurso de las neurosis, subvirtiendo las lecturas de siglos anteriores en las que la locura, era considerada un alma poseída por el demonio, cuyo destino final sería la hoguera.

Cecilia Fasano al realizar un paseo por la historia de la histeria, muestra muy bien cómo la histeria se ha ofrecido a los discursos imperantes de cada época, disfrazándose y presentándose bajo ese código.

Refiriéndose al texto de Diane Chauvelot “Historia de la Histeria”, se parte de la idea del útero como órgano migrante, que al desplazarse y “fijarse” en algún órgano del cuerpo, desencadena toda una serie de síntomas. Así, con esta grilla, si los pulmones resultan aplastados por el útero, el síntoma será el ahogo. La histeria era considerada una enfermedad. No obstante en pleno apogeo del cristianismo, la histeria pasa a ser considerada hereje, bruja o endemoniada.

No obstante, el discurso histérico que reclamaba un amo, hacia fracasar cualquier intento de gobernabilidad sobre ella.

En el siglo XIX, en una aldea francesa: Morzine, cuando las posesiones se creían ya desaparecidas de la faz de la tierra, y se daba lugar a los progresos del nuevo siglo, ocurre algo que pasa a ser denominado como “una epidemia de posesión demoniaca”: algunas jóvenes de un colegio de monjas y posteriormente algunas mujeres y hombres de la aldea, comenzaron a sufrir ataques en los que blasfemaban, insultaban, se arrastraban por el piso, con un lenguaje obsceno proferían insultos a Dios y reclamaban la atención del cura para que las exorcizara. Algo curioso ocurre en tanto la iglesia decide correrse y darle lugar al saber médico. - Todo indica que sería esta la primera vez en la historia que el saber medico va a intentar imponerse por sobre las creencias religiosas y populares de una época-. El cura fue atacado por los fieles, las cárceles y hospitales se llenaron de enfermas. Tardó tanto tiempo en ser dominada, que puso en jaque tanto a médicos como a autoridades civiles y militares que pretendieron intervenir.

En “Psicología de las masas y análisis de yo” (1921), Freud atribuye tal fenómeno de contagio o infección a la identificación, dice: “uno de los yo ha percibido en el otro una importante analogía en un punto; luego crea una identificación en este punto, e influida por la situación patógena esta identificación se desplaza al síntoma que el primer yo ha producido. La identificación por el síntoma pasa a ser así el indicio de un punto de coincidencia entre los dos yo que debe mantenerse reprimido”.

Cecilia Fasano concluye que en la articulación histeria y psicoanálisis no se puede descuidar la veta histórica y estructural. Así cuando la histeria se presenta bajo los significantes de una época, atenta a los desplazamientos y evolución de esta última, genera la intención de desciframiento; desciframiento que ubica a la histeria como expresión del enigma femenino, entonces la nosografía se relacionara con el lugar que ocupa la mujer en la ideología de una época.

La subversión producida por el psicoanálisis en la concepción de la causación y tratamiento de la histeria, ha sido generada no solamente porque la histeria testimonia de la existencia de un cuerpo que es atravesado por el lenguaje, sino además por el deseo e intención freudiana de alojar y prestar escucha atenta a la verdad que allí se escondía.


Por Lorena Danieluk


Bibliografía consultada:

Acuña, E. Lo real miente en el síntoma. Resonancia y silencio. Edulp. 2009.
Fasano, C. Un paseo por la historia de la histeria. Conceptual – estudios de psicoanálisis – Nº 4. APLP.
Freud, S. Psicología de las masas y análisis del yo. 1921. Cap. VII. T XVIII. Amorrortu Editores.
Freud, S. Una neurosis demoniaca en el siglo XVII. 1922 -23. T XIX. Amorrortu Editores.


Pre-textos preparatorios... - “Un paseo por la historia de la histeria” - Por Cecilia Fasano



PRE-TEXTOS


HACIA EL IV ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA HISTORIA Y LA CULTURA

Coloquio:


LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




VIERNES 13 DE ABRIL – 19:00 HS


Museo Provincial Juan Yaparí
Dirección: Sarmiento Nº 319


Ciudad de Posadas, Misiones



INFORMES:
Teléfono: (0376) 15-4827189
Email: apm_posadas@hotmail.com



PARTICIPAN:
* Christian Gómez -Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



AUSPICIAN:
Área Virtual Analítica (A.V.A.) de la Biblioteca Freudiana La Plata-
Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
Museo Provincial de Bella Artes Juan Yapari
Delegación Posadas del Instituto Oscar Masotta




Presentación

Continuando con la serie de pre-textos publicamos el siguiente texto enviado por Cecilia Fasano quien es Miembro de la Asociación de psicoanálisis de La Plata.

Nos envía un trabajo que comenta el libro de Diane Chauvelot Historia de la histeria. Inicia remontándose a la antigüedad y señalando el orígen del término histeria: proviene del adjetivo usterikos, para luego continuar con la definición encontrada en el primer manual de medicina que data del año 1900 a.c., definiendo a la misma como enfermedad del útero, tratado del cual Chauvelot enumera tres puntos en cuanto a la concepción del término señalandose en el primero como enfermedad del órgano cuyo orígen es sexual y especificamente femenino, el segundo señala al útero como desencadeannte de la enfermedad dando lugar así a un tercero:insatisfacción la cual se maniifesta desplazándose.

La autora destaca la coincidencia en cuanto a la definición freudiana de la enfermedad: enfermedad de origen sexual con un deseo insatisfecho. Cecilia Fasano continuará recorriendo las referencias de la antigüedad en relación al témino y a sus curaciones o posibles tratamientos.

Pasará luego a señalar la permanencia del término a través de los tiempos y a través de las diferentes políticas como también la concepción desde la religión desde donde el concepto sufre un viraje y pasa ser pensado ya no como una enfermedad sino mas bien como resultante de una posesión demoníaca, así la histériccas eran anilquiladas en la hoguera, consideradas brujas, lo cual terminó afectando la población de mujeres europeas entre el siglo IX y XIV.

Es así que se produce un enfrentamiento entre iglesia y medicina dando lugarr a la pregunta ¿Poseídas o enfermas? Continúa el recorrido en relación a los tiempos anteriores a Freud y los actos sugestivos en cuanto a la cura hasta llegar a un cambio radical a partir de Freud.

Concluye Cecilia Fasano con la idea de concepto enigmático de la histeria en cuanto a la feminidad..."un misterio que hace producir un saber" dice la autora. y por otro lado señala la permanencia del enigma en relación a la feminidad a través de los tiempos y en relación a la posición de la mujer en la ideología de cada época.


Claudia Fernández



Un paseo por la historia de la histeria (*)


• En la antigüedad

Designada con el nombre que hoy se mantiene, el término histeria, proviene del adjetivo usterikos con el cual se calificaba lo relativo a las enfermedades de la matriz. Conocida desde la época faraónica en Egipto, se comprueba que la histeria ha ocupado un lugar importante entre los padecimientos humanos. En el primer Manual de medicina que se conoce (1900 a.c.) y durante un largo período la histeria será entendida como una enfermedad del útero. De ese tratado Diane Chauvelot enumera tres puntos que hacen una buena síntesis de la concepción de la época respecto a esta patología:
- Todos los síntomas de la histeria son imputables únicamente al útero, por lo tanto es una enfermedad de un órgano, cuyo origen es sexual y específicamente femenino.
- El útero desencadena la enfermedad porque se encuentra en estado de inanición: no tiene lo que desea.
- Esta insatisfacción la manifiesta desplazándose.

Diane Chauvelot señala: “lo que allí encontramos, que nos parece hoy inaceptable, fue sin embargo aceptado tal cual hasta el siglo XIX” (1). No obstante podría pensarse que, sin considerar la idea de órgano enfermo, no está tan lejos del pensamiento freudiano afirmar que se trata de una patología que “tiene un origen sexual” o que “no tiene lo que desea”, lo cual equivaldría a pensar en el deseo insatisfecho, paradigmático de la histeria. Es sorprendente, la descripción fenomenológica de los síntomas histéricos, entendidos como consecuencia de este “desplazamiento por insatisfacción”, porque el modo en que afecta los diferentes órganos estará en íntima relación con el camino tomado por ese útero “viajero”: si aplasta los pulmones, producirá ahogos, sudores, si golpea al corazón, desencadenará palpitaciones, si se sube a la garganta, producirá disfonías, etc.
Cabe preguntarse, agrega Diane Chauvelot: “de dónde ha podido venir esta idea de órgano migrante, inaceptable para la observación y la lógica (...) Parece ser que fue la observación de los prolapsos uterinos, pero el prolapso tiene su propia patogenia y no es la causa de ninguna sintomatología histérica (...) comoquiera que sea, más allá del desconocimiento de la anatomía, los médicos de entonces tenían dos preocupaciones: alimentar al órgano hambriento y persuadirle de que vuelva a su lugar” (2).
Hipócrates no duda al afirmar que la histeria es una enfermedad provocada por el útero en estado de inanición por lo tanto encuentra la causa en la “continencia” cuyos síntomas se corresponden con las diversas posiciones que adopta el órgano y los tratamientos, aunque menos cruentos, son similares a los utilizados por los egipcios. En términos generales esta concepción será retomada por Galeno. Las teorías hipocráticas tuvieron una gran acogida en el pensamiento médico y filosófico que se prolongó hasta mediados del siglo XIX. Para el caso que nos ocupa, el largo periodo greco-romano estuvo fuertemente influenciado por esta tradición. El uso hipocrático de sales y perfumes nauseabundos con fines terapéuticos, también va a perdurar durante siglos. No deja de ser curioso que, en 1918 en el Manual de farmacología publicado en Filadelfia, figuren como “antihistéricos” una serie de bálsamos, habiendo transcurrido 23 años desde que S. Freud publicara Estudios sobre la histeria.
Lo cierto es que desde el siglo XVI a.c. se conservan escritos que relatan diferentes técnicas para calmar o detener los ataques histéricos: “fumigaciones vaginales”, “fricción de la vulva”,etc., en su mayoría asociadas con la naturaleza de la mujer en cuanto ser sexuado.
Por aquel entonces, si bien se curaban con éxito muchas enfermedades, hay que tener en cuenta que los médicos se reservaban el derecho de aceptar en tratamiento sólo aquellos enfermos que consideraban podían curar, en consecuencia determinadas enfermedades crónicas o confusas, entre las cuales la histeria ocupaba un lugar privilegiado, quedaban a la deriva. “A estos enfermos sólo les quedaba el auxilio de la religión o la magia”.


• Formas medievales de la histeria

La histeria no será ajena a los vaivenes de la historia, particularmente en la edad media, los centros del saber médico migrarán geográfica e ideológicamente de acuerdo a los avatares políticos, militares y económicos. En estas "migraciones del saber" en el campo del conocimiento médico, se traducen las obras de los grandes maestros griegos al árabe y posteriormente los textos islámicos son traducidos al latín. A todo este caudal ideológico se sumará la enorme influencia del cristianismo. San Agustín, uno de los indiscutibles representantes de la edad media es el responsable (entre otras contribuciones de similar tenor) de barrer con los desarrollos que Hipócrates y Galeno habían realizado sobre la etiología de la histeria. Considerada hasta entonces como una enfermedad, la histeria se convierte en poseída, bruja o endemoniada. A partir de lo cual el histérico deja de ser considerado un enfermo para transformarse en hereje. “En efecto San Agustín rechaza progresivamente todo saber médico para ver en cada enfermedad un triunfo del mal sobre el bien, y en toda curación, el del bien sobre el mal” .(3) La edad media ha politizado esta dualidad, entre el bien y el mal, llevándola al extremo de considerar a “la iglesia el fundamento de la ciudad de Dios y al Estado el de la ciudad del Diablo”. Apelando ya sea a Dios (las místicas) o al diablo (las poseídas, endemoniadas, brujas) la histérica posibilita un campo propicio para una de las principales discusiones medievales entre los términos: "enfermedad", "desviación" y "posesión demoníaca".
Bajo este contexto la famosa caza de brujas y las hogueras quedan por un lado justificadas pero además claramente representaban la concepción de la iglesia respecto a aquellas mujeres que se entregaban a cualquier modo de satisfacción sexual que no implicara única y exclusivamente la procreación. La destrucción de las brujas tiene su principal fundamento en que el poder, detentado hasta el momento por la iglesia y el estado, comienza a resquebrajarse producto de un importante descenso demográfico, recordemos que era una época de pestes, guerras e invasiones. En consecuencia la necesidad de acrecentar la natalidad llevaba a reprimir todo saber sobre el control de los nacimientos. Las comadronas, poseedoras de ese saber, enseñaban a las mujeres jóvenes tanto el uso de productos abortivos como de prácticas sexuales, motivo por el cual todas serán condenadas con la pena de muerte. Tan débilmente creció la población europea del siglo IX al XIV que los documentos de la época dicen: “De continuar así, pronto no quedarán mujeres” . (4) Diferentes historiadores coinciden en considerar este exterminio, cuya cifra sería equivalente a la de un holocausto, como la matanza más terrible “sin razón de guerra”. En definitiva ¿cuál es la explicación, para tanta tortura y destrucción? “Precisamente en las relaciones entre la histeria y el poder es donde hay que situar el nudo de la lucha feroz que ha encendido las hogueras en Occidente.” (5) Resulta evidente que bajo un pretexto religioso, se esconde una causa que decididamente es política”.
Las brujas cuya práctica, denominada el sabbat, consistía en una reunión secreta y colectiva de brujos y brujas con un líder: el diablo. Los informes que se conocen sobre estas celebraciones presentan un tono tan delirante que no resisten ninguna explicación racional, en todo caso nos hacen pensar en histerias masivas. Aunque cabe mencionar que, brujas o poseídas, no todas pueden ser consideradas histéricas ya que algunas, quemadas por la iglesia, fueron en realidad o bien desdichadas débiles mentales o bien psicóticas desvariadas.
Al mismo tiempo el relato de exorcismos ocupa un lugar importante en las páginas de la historia de la edad media. El exorcismo, testimonio fiel de la presencia del demonio en el cuerpo, ubica a la mujer poseída en el lugar de víctima de un saber que “trabaja” dentro de ella. De modo que hacer operar ese saber, extirpar el demonio del cuerpo tiene como propósito el sostenimiento del poder de la iglesia y el reforzamiento de la fe.


• Iglesia vs. Medicina

La histeria convoca y confronta religión y medicina, tanto sacerdotes como médicos tropiezan con la misma piedra: la impotencia para gobernar a la histérica. “La histérica pone al desnudo el discurso del dominio. Si bien reclama un amo, es la ley de su propio deseo quien la somete, deseo de hacerse saber siempre insatisfecho. Pide un regente, pero lo hace para concederse el trono (...) Se despliega un vals del cual ofrece la conducción alternativamente al cura y al médico, pero una y otra vez los hace tropezar y finalmente, los repudia juzgando que nunca están a su altura” .(6)
¿Poseídas o enfermas? En rigor de verdad: inhaprensibles, escurridizas, ya que para la religión se tratará de “conductas hereje” y para la medicina serán “simuladoras”, irrespetuosas de los límites establecidos por el saber que “imponen la ley del engaño a la ley de la nosología”. La labor de los médicos consistirá entonces en desenmascarar la farsa de este sujeto y separar los síntomas que verdaderamente formen parte de la enfermedad, de los simulados.
Desafiante la demanda histérica, es una demanda de reconocimiento. El médico se dirige a ella como enferma, ella rechaza este significante y pide al médico que produzca saber, pero que no olvide que ella es el lugar supremo de ese saber, que es en su cuerpo que este saber “trabaja” (así habla ella del demonio que la habita) Al ofrecerse como el lugar mismo del saber que reclama, la histérica se niega a entregarlo. “La histérica inventa siempre un amo al que acto seguido descalifica (...) Este desafío que engendra amos inventará pronto al analista” . (7)


• Antecedentes de Freud

Hacia finales del siglo XVIII surge en Austria, Franz Mesmer (1734-1815) fundador de la teoría del magnetismo animal según la cual cada organismo posee un fluido magnético que puede ser transmitido a los demás. Su método terapéutico denominado “el magnetismo” tiene su momento de gloria a comienzos del siglo XIX. El método constaba de una varilla imantada más un conjunto de tachos con botellas magnetizadas sumergidas en agua. Extravagancia y misterio mediante, el médico vienés obtiene una singular notoriedad tanto en Viena como en París. Charlatán, genio, brujo, mago, hombre de negocios, han sido algunos de los calificativos con que se lo identificaba. A pesar de la oposición de la Academia científica de París y sus intentos por impedir la difusión de esta práctica los enfermos consultaban en número creciente. No obstante el éxito de Mesmer caía en descrédito a partir de su incapacidad para explicar racionalmente sus curaciones milagrosas.
La importancia de estos acontecimientos para la ubicación conceptual de la afección que nos ocupa, radica en señalar la conexión existente entre histeria y sugestión, anticipando la relación entre histeria e hipnosis. Lo cual llevará, sin abandonar aún, la idea de organicidad, a insistir cada vez más en su componente psíquico.
Con Mesmer la histeria se expone al saber del médico, declara su identidad, reclama su reconocimiento y exige ser admitida en el academicismo médico.
Posteriormente entre los años 1860 y 1880 (siglo XIX) surge en Francia la escuela naturalista bajo la doble influencia del realismo de Flaubert y del positivismo de Taine. El escritor francés, Zola, encarnó la nueva estética y se convirtió en su principal teórico: fundamentó la verdad de la novela en la escrupulosa observación de la realidad y en la experimentación. No es una anécdota el contexto naturalista, que privilegia el modo visual de conocer, en el cual la histeria comienza a ser estudiada científicamente. Porque la histeria se “presta” muy bien a esa necesidad de ver que guiaba el espíritu de los científicos de la época. La histérica, tan afín a la teatralización, se “muestra” y de algún modo satisface ése ideal científico de “saber mirar”. Ideal científico que, digámoslo de paso, no le otorgará mayor valor ni a la génesis ni al contexto.
Esto aparece muy bien reflejado en la historia del arte con la desaparición casi total de la abstracción, y el surgimiento del retrato, que consiste en marcar con la mayor exactitud los menores detalles de las personas retratadas.
El libro de Pierre Janet Estado mental de la histeria (1893) fue el primero, dentro de la psiquiatría, que se ocupó de manera exclusiva de la psicopatología de la histeria. El modelo que postuló en ése texto se basó en los conceptos de “disgregación de la personalidad” y “estrechamiento del campo de la conciencia”. A diferencia del organicismo de Charcot, Janet, insistía en la interacción entre lo psicológico y lo fisiológico. Cabe recordar que desde 1888, en su obra El automatismo psicológico, Janet había planteado, como explicación de algunas formas de histeria, el papel de acontecimientos del pasado que permanecían bajo la forma de recuerdos traumáticos "olvidados", pero que quedaban activos a nivel de "ideas fijas subconscientes" las que tenían una vida autónoma dentro de una conciencia disociada. Bajo el estado de hipnosis, o lo que él llamó "análisis psicológico", se podrían traer nuevamente al campo de la conciencia esos acontecimientos del pasado.
Jorge Saurí, (8) considerando a la histeria en el campo de la mirada, distingue dos momentos: un primer tiempo representado por Sydenham, Paul Briquet y Laségue, caracterizado por una mirada “inventariante” que recolecta datos y luego una descripción minuciosa que emula el modelo botánico imperante. En este sentido, un modo objetivo de conocer el curso de la enfermedad consistía en la observación de la orina, como un modo de “mirar” dentro del cuerpo. Representado en muchas pinturas de la época con médicos y una bacinilla de vidrio en sus manos. Esta concepción científica es llevada al extremo con la recomendación empirista a los médicos de vivir en los asilos para “ver” mejor a sus pacientes.
En un segundo momento, señala Saurí, la mirada se vuelve criticista y su objetivo se dirige a encontrar un modo de mirar más allá de las apariencias. Esta nueva concepción de la histeria está representada por Charcot, Kraepelin, Babinski, Janet. Aunque conserva a la mirada como el ideal científico, (y un ejemplo de esto es que Charcot se define como el fotógrafo de la histérica) comienza a otorgarle un valor a los antecedentes biográficos que marcan un precedente del cambio que vendrá.
En el siglo XIX con Freud asistimos a un cambio radical, que Lacan en La cosa freudiana (1955) enuncia así: “una revolución del conocimiento a la medida del nombre de Copérnico: entiéndase el lugar eterno del descubrimiento de Freud, si se puede decir que gracias a él el centro verdadero del ser humano no está ya en el mismo lugar que se le asignaba por parte de toda una tradición humanista” . (9)


• Para concluir

A partir de este breve recorrido a través del tiempo encontramos diversas concepciones teóricas, en ocasiones ilógicas o contradictorias, que en términos generales constituyen el denominado “corpus epistémico” sobre la histeria. Estos enunciados escriben una historia que de algún modo confirman el misterio que rodea a la histeria. Un misterio que “hace producir un saber” y que coloca a la histeria en el lugar del enigma de la feminidad.
Encontramos además un denominador común: acompañando la evolución social y cultural de las épocas, la histeria, siempre se ha amoldado tanto a los usos y costumbres como a los modos de pensamiento dominantes. “Este interés por descifrar e identificar la esencia femenina, implica en parte, que la dimensión nosográfica se vincule estrechamente con el lugar que ocupa la mujer en la ideología de la época.” (10)
Ella es de este modo apta para sostener los discursos constitutivos del lazo social, con la particularidad que al mismo tiempo que busca sus “amos” o maestros se empeña en desacreditarlos. El tipo de demanda que realiza posibilita estructuralmente la posición del analista, de donde la relación entre histeria y psicoanálisis hay que pensarla tanto histórica como estructural.
La reiterada pregunta de la histeria a través de los siglos ha sido y sigue siendo ¿Qué quiere una mujer?


Cecilia Fasano


(*) Texto publicado en Conceptual Estudios de psicoanálisis N° 4 Noviembre 2003, La Plata

Citas:

(1) Diane Chauvelot Historia de la Histeria. Alianza Editorial, Madrid 2001. p. 10
(2) Ibíd., p. 11
(3) Ibíd., p. 52
(4) Heison y Steiger Der Spiegel, Diario alemán, N´43., 22/10/84
(5) Diane Chauvelot Historia de la Histeria., p. 57
(6) El amo y la histérica. Gerard Wajeman. Ornicar, 3 de mayo 1975
(7) Ibíd.
(8) Jorge Saurí (compilador) Las histerias. Ediciones Nueva Visión, Bs.As. 1975
(9) Jacques Lacan. La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis. 1955, Escritos 1, Ediciones Siglo veintiuno, p. 384
(10) Boletín de la F.I .B. del Campo Freudiano. Colofón N°13. El saber sobre la histeria en el siglo XIX. La pregunta del sujeto histérico y las respuestas al enigma de la feminidad. (Tesis de doctorado de Araceli Medrano). Editada en Madrid, Set. 1995


Pre-textos preparatorios... - “Tener un cuerpo -del erotismo de las palabras al goce que escapa a ellas” - Por Christian Gómez



PRE-TEXTOS


HACIA EL IV ENCUENTRO DEL PSICOANÁLISIS CON LA HISTORIA Y LA CULTURA

Coloquio:


LAS MÁSCARAS DE LO FEMENINO


• Posiciones femeninas y masculinas del ser.

• El niño entre la mujer y la madre

• Deseo histérico y la ciencia actual.

• Eróticas del cuerpo en la historia




VIERNES 13 DE ABRIL – 19:00 HS


Museo Provincial Juan Yaparí
Dirección: Sarmiento Nº 319


Ciudad de Posadas, Misiones



INFORMES:
Teléfono: (0376) 15-4827189
Email: apm_posadas@hotmail.com



PARTICIPAN:
* Christian Gómez -Asociación de Psicoanálisis de Misiones (APM)
* Luciana Molfino -Asociación Centro de Investigación y Docencia Corrientes-Chaco (ACID)
* Fátima Aleman -Asociación de Psicoanálisis de La Plata (APLP)
* Enrique Acuña -Escuela de la Orientación Lacaniana - Centro Descartes (Buenos Aires)
* Discutidor: Lorena Danieluk
* Coordina: Claudia Fernández



AUSPICIAN:
Área Virtual Analítica (A.V.A.) de la Biblioteca Freudiana La Plata-
Revista Fri(x)iones -entre el psicoanálisis y la cultura-
Museo Provincial de Bella Artes Juan Yapari
Delegación Posadas del Instituto Oscar Masotta




Presentación

Continuando con los pre-textos en vías del coloquio del IV Encuentro los invito a la lectura del siguiente escrito “Tener un cuerpo-del erotismo de las palabras al goce que escapa a ellas-”, donde Christian Gómez se refiere a la pregunta de que es un cuerpo para el psicoanálisis y los modos de gozar, planteando a modo de inicio la diferencia entre el psicoanálisis y la ciencia.

Retoma, a partir del epígrafe de Enrique Acuña, la afirmación lacaniana: un cuerpo es algo hecho para gozar. Para el psicoanálisis el lenguaje hace del organismo un cuerpo aunque no todo del organismo es capturado por las palabras. Ese resto sin representar esconde una satisfacción paradójica que Lacan llamó goce.

Así tanto en el catarismo como en el círculo de las preciosas se trata no solo de los efectos sociales de la homosexualidad masculina y femenina sino también del cuerpo que se dibuja tanto a partir del arte social de la conversación de las cortesanas como de la poesía cátara.

En vías de despejar la afirmación lacaniana acerca del cuerpo, ubica al goce como un resto en la operación del lenguaje sobre el cuerpo, resto acerca de lo que no se puede saber, a lo que Lacan llamó falla epistemo-somática.

Retoma y comenta el texto de Enrique Acuña “Hecho para gozar. El cuerpo escrito en Anaïs Nin” para pensar acerca de qué del cuerpo se puede poner en palabras a partir de situar el límite de lo contable.

Por otro lado también refiere a la diferencia, como veníamos diciendo, de que es un cuerpo no solo para el psicoanálisis y las ciencias sino también para la filosofía, cuerpo unificado en Aristóteles vs. cuerpo fragmentado (mecanicismo) en Descartes.

Para finalizar, el autor diferencia el psicoanálisis y la ciencia en tanto allí donde la medicina pretende hacer callar el psicoanálisis, vía el síntoma, hace hablar.

Claudia Fernández



“Tener un cuerpo -del erotismo de las palabras al goce que escapa a ellas”


Un cuerpo es algo hecho para gozar, dirá Jacques Lacan;
quien, a partir de Freud,
demostró que hay una incidencia del lenguaje sobre el organismo transformando sus afectos en efectos del lenguaje.
Esa incorporación implica dos consecuencias:
aquella de la palabra (significación) y otra segunda, la de generar lo viviente (corporización).

Enrique Acuña. “Hecho para gozar. El cuerpo escrito en Anaïs Nin”. En Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. EdULP. La Plata 2009


Entre el mapa del amor que traza el arte social de la conversación de las preciosas en los salones europeos del siglo XVI y la sustracción de los cuerpos del fin sexual que conduce a la creación del poema del trobador cátaro, Enrique Acuña ubica, en el artículo que abre el foro de Pre-Texos hacia el IV Encuentro, no solo las incidencias sociales de la homosexualidad masculina y femenina sino también una erótica de las palabras que dibuja los cuerpos.

En efecto, Jacques Lacan acentuará la tesis freudiana según la cual un cuerpo es el resultado de una operación del lenguaje sobre el organismo. Operación que dejará un resto y que se entiende acudiendo al ternario real, simbólico, imaginario: una palabra (simbólica, es decir equívoca en tanto interpretación del inconciente) muerde el organismo (real) y tiene por efecto un cuerpo que se capta parcialmente en una imagen (imaginario). Esta incorporación del significante sin embargo no absorbe la totalidad del organismo sino que deja un resto que queda sin representar. Hay por lo tanto un cuerpo que es el efecto de las palabras que trazan su recorrido al modo del mapa de lo tierno y que para Freud es el eros que designa como libido y en las fallas de ese trazado lo que aparece son efectos de retorno del resto de la operación y que Jacques Lacan llamará goce. En una conferencia en La salpetriere dirigida a médicos Jacques Lacan hablará de falla epistemo-somática, es decir que del goce del cuerpo es de lo que no se puede saber en tanto el cuerpo goza.

¿Cual es el límite a partir del cual se puede contar el cuerpo? En el artículo que comentamos y del cual extraemos el epígrafe se trata de la literatura (los diarios de la escritora francesa Anaïs Nin) como un intento de transcribir algo de esa satisfacción paradójica donde también hay (como en los cátaros y las preciosas) un mas allá de la norma. Un triangulo amoroso, el despertar de la intimidad femenina, la curiosidad sobre su cuerpo erógeno puesta en la otra mujer, episodios que van siendo relatados bajo la forma de diarios hasta incluir el encuentro incestuoso con aquel al que de niña le escribirá las “cartas al padre ausente”. Allí el goce pasa a ser asco y repugnancia y la autobiografía sirve como una especie de curación donde “la intimidad del diario es de una extimidad de algo muy extraño que se vuelve verificable como propio recién con el asco”(1) Se trata del goce del cuerpo como algo fuera de si, intimo y extraño a la vez.

Como los casos que enseñan la clínica aunque no homologable a ella, aquí la escritura autobiográfica enseña sobre la norma no ya como social sino como un límite a lo contable pero singular. Es decir que para cada quien tener un cuerpo es hacer un trazado con palabras que van haciendo la propia norma cuyo límite es lo que llamamos goce.

Ahora bien, este cuerpo, aprehensible en la experiencia de un análisis, es lo contrario del cuerpo unificado que describió Aristóteles (2) (Jacques Lacan desconfió rápidamente de la unidad de la imagen) y acaso tenga más que ver con la metáfora mecanisista del cuerpo como res extensa que describió el dualismo cartesiano (res cogitans-res extensa) que, pese a los continuos anuncios de novedad por parte de la ciencia, sigue verificándose en la fragmentación del organismo no solo en especialidades médicas sino en el mercadeo de los órganos para transplantes y en las cirugías sean estéticas o no.

Sin embargo, a diferencia de la ciencia médica que pretende calibrar los órganos hasta reducirlos a un silencio imposible, el psicoanálisis muestra que como efectos de esa falla del saber sobre el cuerpo hay síntoma: es decir una solución paradójica en sí misma en tanto supone la satisfacción del hablante en eso de lo cual también se queja.

Este IV Encuentro del Psicoanálisis con la Historia y la Cultura, ya inminente, será la ocasión de continuar y ampliar estas temáticas ahora expuestas para suscitar la conversación previa revisando tanto la experiencias que, en Freud, muestran la determinación de la palabra en la función del órgano (tener ojos para no ver en la ceguera histérica) así como lo que enseñan las mascaras de lo femenino (3) a cerca de lo universal de una norma (que en Freud se articulará al falo como significante de la falta de ese saber al que nos referíamos más arriba), lo particular de los síntomas en las estructuras clínicas (histeria y obsesión) y los límites singulares donde se juega el goce (pleonasmo).


Christian Gómez


Citas:

(1) Acuña, Enrique: “Hecho para gozar. El cuerpo escrito en Anaïs Nin”. En Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. EdULP. La Plata.2009. Pág 68.

(2) cf García, Leticia; Ale, Marcelo: Los cuerpos del psicoanálisis. Cuadernos de psicoanálisis Nº 3. APLP. 2005. Los autores desarrollan en este curso, dictado en la Asociación de Psicoanálisis de La Plata, las hipótesis planteadas por Jacques-Alain Miller en Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo. Colección Diva. Bs. As. 2002

(3) Remito a los lectores al trabajo de Fátima Aleman titulado “Cidonie Scillag, el éxito de Freud”. (Conceptual, estudios de psicoanálisis. Año 6, Nº 5.) Allí se trata, entre otras cosas, de lo que la joven homosexual enseña a Freud a cerca de la sexualidad femenina.