De cómo se autoriza un analista


De cómo se autoriza un analista (*)

Por Lorena Danieluk


Tanto Freud como Lacan se ocuparon de transmitir en su enseñanza aquello que tiene que ver con la formación del analista. Freud primero y Lacan después, coincidieron en que la misma tenía que realizarse en instituciones, Freud piensa en una Asociación – La Asociación psicoanalítica de Viena – y Lacan funda una Escuela.

Dentro de las finalidades de las mismas se encontraban, el aprender, ejercer y difundir el psicoanálisis.

Siguiendo a Jacques-Alain Miller decimos episteme, clínica y política se anudan. Resulta fácil pensar la cuestión de que el saber de la doctrina, su transmisión, tiene que ponerse en juego, a la vez que la creación de un aparato destinado a difundir lo que allí acontece; pero ¿cómo intervienen la política y la clínica?

Enrique Acuña – asesor de nuestra asociación – conectó en la clase de apertura del ciclo 2010 del Instituto Oscar Masotta la política con poner en juego un deseo, el deseo de hacer existir el psicoanálisis, en este caso en la ciudad. El artículo de Christian Gómez aquí publicado (1) contribuye también a ello.

Ahora bien, considero que la clínica resulta entonces nodal. Cuando contamos un caso, cuando eso se pone en juego, la formación del analista queda al descubierto. No sólo mostrará qué ideas teóricas lo guían, sino que también y más precisamente habrá la puesta en juego de si hay allí la función de un analista o no, punto que remite al análisis del analista. Freud lo dice con todas las letras, en Consejos al médico… el analista debe primero analizar sus propios sueños, de lo contrario lo relatado por su paciente serán puntos ciegos del análisis.
Aprender la doctrina en su doble función de escritura y lectura, analizar los propios sueños, controlar que lo que se pone en juego cuando escuchamos a alguien tiene que ver con el deseo de que haya allí un análisis.
Cuando el análisis de un analista es una brújula, cuando esto se toma en serio, cuando entendemos al inconsciente como un vacío que hace hablar, resulta imposible no pensar que esa experiencia, la del análisis, brinda cierta articulación al lenguaje y por lo tanto disponibilidad de cómo se transmite y qué se transmite. Y de las consecuencias de ese ejercicio.
Entonces: análisis, control e investigación siguen siendo el horizonte de la experiencia analítica cuando de lo que se trata es del deseo del analista, a condición de mantener el vacío en torno a la pregunta ¿qué es un analista? La respuesta no será universal.

Notas:

(1) Gómez, Christian "El inconsciente o los hechizos del lenguaje: el psicoanálisis en el Bicentenario". Link: http://apm-blog.blogspot.com/2010/06/el-inconsciente-o-los-hechizos-del.html

(*) Artículo publicado en la Editorial  del Boletín "Nombres del psicoanálisis en movimiento" Nº 15, Año 4. Boletín de difusión de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones.