Reseña de la Primera Conferencia sobre el Malestar en nuestra Cultura





Asociación de Psicoanálisis de Misiones


Presenta
Cuatro Conferencias sobre el Malestar en nuestra Cultura


Primera Conferencia
¿Qué es el Inconsciente? La interpretación de los sueños.
Por Christian Gómez



RESEÑA

La mañana del sábado 25 de Junio se llevó a cabo en la ciudad de Oberá Misiones la primera conferencia sobre “El Malestar en nuestra Cultura”, la cual forma parte de un programa de cuatro encuentros que se desarrollaran a lo largo del año en esa ciudad y que estarán a cargo de docentes miembros de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones y de Enrique Acuña como encargado de la conferencia de cierre de las jornadas.
Conformaron la mesa de trabajo de esa conferencia inaugural Christian Gómez y Carlos Wall, quién como interlocutor introdujo que una conferencia, como ésta, obedece a una política que pertenece a una asociación, pero que esto a su vez significa que el Inconsciente está en nuestra época y debe ser leído a partir de la lengua del otro.


¿Qué es el malestar?

Christian Gómez comenzó situando dos ejes orientadores de su exposición que servirán para delimitar el saber referencial que se puede encontrar en la obra de Freud y las nuevas y contemporáneas formas de clasificar los síntomas que la ciencia y otros discursos tienen. Entonces se guió por tratar de entender qué quiere decir malestar y cómo se lo piensa en la Cultura, entendida ésta como trama simbólica inherente de lo humano y por lo tanto como efecto del lenguaje.
En primer lugar hay que decir que el psicoanálisis es un efecto de eso que llamamos malestar y que refiere primordialmente a un desorden de lo humano. Se dispuso Gómez a situar entonces rasgos actuales, como por ejemplo la relación del arte con la cultura, el problema epidémico de las adicciones y la relación del psicoanálisis con dos modos de intentar arreglárselas con ese desorden como son las ciencias y las religiones.
Mediante un esquema explicativo Gómez delimita la hipótesis de que el malestar es el efecto de una tensión entre la felicidad para todos y el bien para cada uno. Lo que llamamos la cultura se ubica del lado de la felicidad para todos, es decir que el dispositivo cultural debe, a modo de imperativo, promover el bien común.
Desde la otra esquina la Pulsión freudiana queda ubicada en el costado del bien para cada uno. Se trata aquí, especificó Gómez, de un término que designa un apremio inherente a lo humano. Este apremio exige satisfacción a pesar de no indicar de antemano el objeto que espera alcanzar ni la forma de satisfacción que colmará la exigencia
Por otra parte el lenguaje organiza la realidad de lo humano y para entender algo de la cultura y de las diferentes configuraciones culturales debemos reflexionar sobre éste lenguaje.
Si se pudiera, estableció C. Gómez, de alguna forma encontrar una simetría entre el lenguaje (cultura) y la pulsión gozaríamos del bien común. Así, el bien privado de cada uno tendría un correlato desde el lado del lenguaje que vendría a articularlo y le daría esta cualidad que de entrada no tiene. Habría satisfacción sin resto, lo cual es impensable justamente porque la exigencia pulsional es un plus, que va haciendo que el organismo devenga un cuerpo que habla y que reclama otra satisfacción. La cultura y la pulsión se recubren parcialmente. Hay una parte de la pulsión que no es captada por la cultura y por lo tanto el malestar es un efecto de cada vez que el resto aparece.


Los síntomas: modos de hacer con la pulsión

Los síntomas son intentos de arreglárselas con este elemento que queda por fuera de la yuxtaposición entre pulsión y cultura. En cada uno el síntoma adopta una forma y es nombrado de manera particular para no caer en un sin-sentido. El sujeto cubre con palabras, algunas antiguas y otras contemporáneas, la ausencia de sentido que nos produce el desborde de la pulsión, es decir de tanta exigencia.
Así tenemos depresión, stress, bulimia, anorexia y adicciones, entre otros, que son nombres del malestar contemporáneo.


El inconsciente como saber ignorado

El dispositivo en el que Freud incursiona apunta a la búsqueda de una causalidad inconsciente a partir de invitar al sujeto a hacer uso de su palabra y así empezar a nombrar algo de su malestar. Cuando se nombra por las clasificaciones actuales, el sujeto que porta el síntoma ignora su causa. Ahí donde no sabe, Freud supone que el saber está en el Inconsciente, es decir, fuera de la conciencia. Pero que refiere no tanto al inconsciente descriptivo sino más bien a lo ignorado sistemático, al “no sé” de ciertas representaciones, que sin embargo se combinan por ciertas leyes constituyendo un saber que habita al sujeto escindido. O sea que el sujeto no se capta a sí-mismo en forma completa, demostrado ello por Hegel en la dialéctica de la conciencia: se necesita de otra para, tomándola como objeto, conocer la propia conciencia. Por lo tanto el deseo propio es deseo de otra conciencia, lo que Lacan retomará estableciendo que el deseo es deseo del otro.
Entonces si hay un saber ignorado que habita al sujeto ¿se puede saber eso?. Ese saber ignorado no está escondido sino en el propio lenguaje. Y ello porque el inconsciente se articula a los síntomas y éstos, por su parte, metabolizan ese resto pulsional que exige satisfacción. Resto capturado por el lenguaje, entonces el inconsciente aparece por el hecho de hablar y lo hace a través de cuatro fenómenos en los que opera el inconsciente: síntoma, actos fallidos del lenguaje, los juegos o ingenios del lenguaje (agudeza o witz) y los sueños. A partir de ello Gómez demostró que el sueño-síntoma son jeroglíficos o sea mensajes encriptados o cifras que llaman a un desciframiento. Pero para elaborar un jeroglífico solo puede valerse del lenguaje, cuya propiedad es que un significante puede querer decir dos cosas, dado que es una arbitrariedad soldar un significante a un significado. Freud dirá entonces, según acentuó C. Gómez, que el inconsciente es retórico (por ejemplo en la ironía: algo dicho que en un contexto quiere decir lo contrario). El inconsciente habla entonces con las figuras de la retórica, lo cual justifica el acercamiento del psicoanálisis a la literatura, la poesía y el arte; los cuales se valen de esas mismas figuras.
Para finalizar Gómez citó a Alexander Kojeve y su referencia al emperador romano Giulano quien en su discurso se valía de la ironía enunciando algo que quería decir lo contrario. Conformando dicha cita una metáfora de como habla el inconsciente: que escribe pero no para ser leído por un analista sino para ser leído por el propio inconsciente, el que lee su inconsciente es quien se analiza.

Seguidamente se abrió el espacio para que, en conjunto con la variada audiencia, se debatiera sobre el sueño-relato en Freud, los síntomas actuales y la prevención como formas de otorgar un nombre del otro social al malestar propio de cada sujeto.


Reseña: Fernando Kluge