Comentario de la 3º Clase del Curso anual “Los nombres del otro no son del Otro, síntoma e identificación en la experiencia analítica”

Curso anual “Los nombres del otro no son del Otro, síntoma e identificación en la experiencia analítica”

Dictado por Christian Gómez

3º Clase

Comentario: Carlos Wall

El miércoles 22 de Junio se llevó a cabo la tercera clase del curso anual Los nombres del otro no son del Otro, síntoma e identificación en la experiencia analítica dictado por Christian Gómez. La cita fue en la sede de la Asociación de psicoanálisis de Misiones. Las referencias bibliográficas principales de la clase se hallan en Ian Hacking (¿La construcción social de qué?, 2001) y Alejandro Grimson (Los límites de la cultura, 2011)
Gómez toma elementos de la sociología y antropología para pensar el problema de la identidad, deteniéndose en constructos como: frontera cultural, territorio, construcción del hecho social y relativismo cultural, entre otros, que ayudan a pensar el doble eje entre identidad e identificación.

A modo de introducción para las conferencias en la ciudad de Oberá sobre el malestar en nuestra cultura, el disertante hace hincapié en que tal actividad brinda una oportunidad para mostrar que el psicoanálisis participa en el debate de lo social junto con otras disciplinas, por ejemplo las terapias contemporáneas. Sin embargo su eficacia se ubica en un contexto, y ese contexto es pensado como un malestar.
Lo que produce malestar es el estar atravesado por el lenguaje porque éste supone un corte en la cultura. La castración supone la falta en el sujeto por su posición sexuada, por la cuestión de la propia muerte, etc. Si toco estos puntos, toco el punto de malestar.
Lo multicultural e inter-étnico pueden ser significantes amos de una cultura y por eso las conferencias deben indagar esta hipótesis

Ahora bien, Gómez comienza diciendo que contrariamente de lo que la antropología considero en el siglo XX, Grimson dice que cultura históricamente fue un concepto vinculado al de identidad, uno hace entender al otro. Pero aclara que cultura e identidad deben separarse para entender fenómenos de lo contemporáneo. Sin embargo no define al término de forma acabada pero dice que ésta implica necesariamente fronteras y límites

Una crisis cultural sería, según Grimson, la suspensión del sentido común, de esta manera no habría imaginario sobre “quienes somos”, teniendo en cuenta que la respuesta a este interrogante es una respuesta común. Según la antropología solo puede haber crisis cultural cuando hay contacto entre culturas, de otra manera el fenómeno no es posible.
Por otra parte la política no delimita la cultura sino que se encarga de delimitar el territorio y genera así una frontera delimitada que indica una cultura determinada. La frontera política es el efecto de una política a nivel de una nación o de una región. Hoy se debe entender que la antropología hizo de esas fronteras políticas el concepto mismo de cultura; a esto se lo llama multiculturalismo desde el cual habrían tres posibilidades de entender la cultura: Objetivismo, Subjetivismo e Intersubjetividad (salida a los anteriores)
El objetivismo, en relación a la cultura, es una posición que ve al hecho social como una cosa natural (esencia) de lo cual se deduce una confluencia entre cultura, territorio e identidad. Desde esta posición lo real determina lo simbólico.
Contrariamente, el subjetivismo afirma que hay construcción social y por lo tanto no hay esencia. La cultura es una construcción social, no hay correspondencia entre real y simbólico sino que hay autonomía de lo simbólico. Según Gómez es posible ubicar allí a la noción del lenguaje como mero interjuego de significantes que Lacan trabaja en los años ´50. Se trata de que al haber una construcción vacía adviene una retórica (pragmatismo o relativismo cultural) que produce un efecto semántico. Territorio, cultura e identidad, desde la posición subjetiva, se separan. Cultura e identidad no van juntas porque la trama simbólica hoy se tiñe de ambos.
Grimson pregunta cómo salir del abuso del constructivismo, término del cual hoy se hace un uso social y una político. Responde que como todo puede ser una construcción social, cualquier realidad social puede ser introducida en esta retórica. El término se empieza utilizar para negar la otredad y afirmar lo propio aunque esto también puede ser una construcción sin esencia.

Este cuestionamiento de Grimson toca la cuestión analítica de cómo alguien pude pasar de la identidad a la identificación en una experiencia singular. No se puede ser objetivo, como lo pretende la etnografía, sino que en todo momento, el que habla, lo hace desde un lugar de identificación.

Dice que el culturalismo contemporáneo hoy se llama multiculturalidad y junta a este último con el neoliberalismo, práctica que, como lo marcó Gómez, eliminó históricamente algunos particularismos existentes en determinados territorios.
Sin embargo el engaño está en que caídos estos fenómenos particulares, el neoliberalismo rescata del olvido zonas excluidas que estaban silenciadas, ejemplo de esto son la reivindicación de los pueblos originarios pero que a pesar de reconocer la diversidad, el neoliberalismo no aplica a ésta ningún derecho.
El término cultura es también una operación política pero es sobre todo la manera en que el lenguaje opera en un contexto determinado.
La autonomía de lo simbólico se termina cuando toca lo real. Es decir que lo simbólico, cuando se realiza, toma existencia. Entonces la identidad puede ser un elemento que pase a realizarse en la propia vida de un sujeto. Una vez que el símbolo se realizó, ahora esto construye una identidad.
Toda construcción es ontológicamente subjetiva pero una vez que esto se produce, toma existencia, es epistemológicamente objetiva. A esto llama intersubjetividad.
Ian Hacking dice que cuando la realidad es humana la construcción interactúa con aquello que crea, por ejemplo en las clasificaciones que realizan las ciencias sociales está presente la interacción con aquello que la ciencia clasifica.