El desmontaje de la significación


El desmontaje de la significación

Un comentario de Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas, de Enrique Acuña (*)

Por Christian Gómez


Acaso una manera posible de comenzar el comentario de este libro de Enrique Acuña sea a partir de la palabra enseñanza, del encuentro con una enseñanza y con el psicoanálisis en uno de esos cruces diagonales de la ciudad de La Plata que se dice que despistan pero que en este caso mas bien señalaron una pista. Hablo en singular y creo que la singularidad es un aspecto insoslayable de este trabajo, cernir la singular resonancia del silencio de las palabras para cada uno, como una operación propia de la experiencia analítica en el desmontaje de la significación, conjunción entre psicoanálisis y poesía que de todos modos conduce a políticas diferentes en el hacer (pragmática) con lo que se dice una vez desmontada la dimensión trágica del sentido en el relato de una vida, no menos ficcional que las argucias del poeta.

El prólogo nos proporciona una brújula: “Este libro recopila diferentes intervenciones que bordean la interpretación analítica y su límite con la enfermedad del sentido (…) Subrayemos el carácter de efectos del psicoanálisis en implicación con cada uno, mas allá de su aplicación, y con ello nombramos la experiencia de inventar una singularidad. Surgen del lugar del Otro y llegan hasta el lector –que ausculta el decir con su propia caja de resonancia- y siguen la secuencia de aquello que ocurre efectivamente en una cura analítica”. (1)

En esa secuencia, elegimos detenernos en el apartado cuyo título – Escribir leyendo- sitúa en si mismo una operación propia de la experiencia analítica cuando leer la retórica del inconciente que habla en el síntoma da paso a la escritura muda- como la letra H- de un estilo que en la resonancia se pierde.

“La relación entre el psicoanálisis y la literatura-.leemos- es, de hecho, problemática. La de su conjunción es de alguna manera una supuesta comunión, complementariedad o alianza (…) Dice Masotta: La relación entre poesía y psicoanálisis es por supuesto imposible: pero yo pienso que tienen algo en común, es una barbaridad, todo el mundo lo sabe, pero es una empresa en la cual hay algo que debe ser destruido. Es la significación (…) Pero, en esa falta de relación entre él y ella-el psicoanálisis y la poesía-, Masotta arriesga algo: ” (2)

Considero que este apartado trata de eso mismo, en una permanente tensión entre el psicoanálisis y la literatura, las huellas de aquellas afirmaciones de Oscar Masotta en el taller de los hermanos Cedrón que el propio Enrique Acuña rescata en la revista Anamorfosis (Futuro anterior) conducen a una conversación política donde encontramos a Jorge Luis Borges, Macedonio Fernández, Jacques Lacan, Ezequiel Martínez Estrada, Leónidas Lamborghini, Sigmund Freud, Lewis Carroll, Osvaldo Lamborghini, Germán García, Charles Dogson, James Joyce, Mario Teruggi, Oscar Masotta, Vincent Van Gogh, Jacques-Alain Miller. La lista no es exhaustiva.

Ahora bien, en todos estos trabajos hay una premisa: se trata de artículos que hablan de y desde el psicoanálisis a partir de una afirmación de Sigmund Freud que- vuelvo una vez más a la singularidad- resuena: el poeta le lleva la delantera al psicoanalista o dicho de otro modo no hay psicoanálisis aplicado a la obra de arte o, en términos de Jacques Lacan: el cuadro es una trampa para cazar miradas.

Entre caer en la trampa y salir de ella, el articulador es aquí la caja de resonancia que escribe el consentimiento diferente de la literatura y del psicoanálisis al goce del sentido. Litoral entre leer y escribir.

Dice Borges “Arribo ahora al inefable centro de mi relato, empieza aquí mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten, ¿Cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? (…) Lo que vieron mis ojos fue simultáneo, lo que transcribiré sucesivo”. Para Borges el infinito es al espacio lo que la eternidad al tiempo, un límite a lo contable.

“Aquí Borges se acerca más a Lacan-escribe Enrique Acuña-: su creación literaria enseña algo propio de la experiencia analítica como atravesamiento de la lengua propia hacia el universal del lenguaje: hay un necesario pasaje por las formas estéticas de la envoltura formal del síntoma (…) que una vez desenvuelto se transforma y permite dibujar lo real en juego” (3).

Acaso el detalle provocador de este apartado sea el que plantea las vacilaciones del nombre propio en la locura de Vincent Van Gogh. Leemos aquí la destreza argumentativa de un analista cuando sitúa el caso por su enseñanza al psicoanálisis a partir del amor pasión generado por una mujer que dice y la locura creacionista como respuesta. Lejos de la pasión clasificatoria que enseñaría sobre el caso, aquí es el caso el que enseña.

¿Qué enseña un análisis? Escuchar, leer hasta el límite de un atravesamiento, donde se suelta la satisfacción que estaba fijada a los significantes que comandaban la vida de alguien: audio (si) gozo sentido. Exquisita traducción masottiana del jouissence lacaniano.

¿Qué política en función de esa enseñanza? Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas es la verificación de la acción del analista y la intervención del psicoanálisis en los intersticios de la cultura para demostrar allí la eficacia de una experiencia donde los sonidos del silencio de cada uno pueden resonar en el campo del Otro.

Masotta una vez más, citado por Enrique Acuña: Lo imperdonable en Freud es que haya planteado que lo serio del hombre es que está estructurado como un chiste.


(*) Texto leído en la mesa de presentación de este libro en la ciudad de Posadas (Misiones) en el marco de las IV Jornadas de la Asociación de Psicoanálisis de Misiones. Octubre 2009. Participaron: María Isabel DÁndrea, Osvaldo Gomez y Lorena Danieluk, y Leticia Garcia con Enrique Acuña.-


Notas

(1). Acuña, Enrique. Resonancia y silencio. Psicoanálisis y otras poéticas. Edulp., La Plata; 2009. Pág 16.
(2) Ibid. Pág 144.
(3) Ibid. Pág 149.