El efecto terapéutico, algunas aproximaciones


El efecto terapéutico.
-Algunas aproximaciones-
(*)

Por Lorena Danieluk


Esta investigación se encontró orientada, en sus comienzos, por la pregunta respecto el efecto terapéutico, más precisamente, ¿Qué entendemos en psicoanálisis por esto?. Luego, esto se circunscribió a la investigación de este término en Freud.

¿Cómo se lee el efecto terapéutico, entonces en Freud, en sus distintos momentos teóricos?.

Y como todo en psicoanálisis casi siempre se trata de un hallazgo, más que de una búsqueda, este recorrido comienza, inexplicablemente por la iniciación del tratamiento, artículo Freudiano de 1913, que lleva como subtítulo la idea de “nuevos”consejos sobre la técnica del Psicoanálisis I.

En este momento Freud indicaba la importancia de esperar el establecimiento de la transferencia como resistencia para comenzar a hacer devoluciones al paciente. Momento fecundo que indicaba que la transferencia había sido instalada.

Mientras que las comunicaciones subsiguientes debían realizarse cuando las resistencias se hubieran cancelado.

Evidentemente, Freud nota que el apuro por poner al paciente en conocimiento de lo olvidado por él, con la idea de llevar neurosis y tratamiento a su final, no traía aparejado el éxito esperado. Dice Freud “ni siquiera el recuerdo del trauma olvidado quería aparecer tras nuestra comunicación”. En ese punto indica focalizar en la elaboración de las resistencias. Por otra parte, serían también una brújula, ya que las resistencias serían mayor, en tanto mejor haya acertado el analista.

Cuestión esta que nos indica algo respecto de lo buscado por Freud: que lo olvidado aflore.

El motor de la terapia es el padecer del paciente y el deseo de sanar, no obstante esto solo es insuficiente, el tratamiento analítico - en tanto aporta los caminos que se deberán recorrer y la energía necesaria para hacer frente a las resistencias - es el complemento necesario.

En “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”, de 1912 (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis III). Surge la indicación de abstinencia por parte del analista. Y la cuestión se ve orientada, en relación al ejemplo que da Freud sobre una mujer, al hecho de que la misma estaría perturbada en su capacidad de amar por unas fijaciones libidinales infantiles. Ubica entonces como meta del tratamiento: el alcance de la libre disposición sobre esa función.

En Recuerdo, Repetición y Reelaboración, de 1914 (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis II). Freud se plantea una síntesis, menciona la clínica de los orígenes, donde en la catarsis Breueriana, las metas eran recordar y abreaccionar. Focalizar en el momento de la formación del síntoma con el fin de hacer reproducir los procesos psíquicos de aquella operación. Con la ayuda del método hipnótico.

Luego pasó a primer plano la tarea de colegir desde las ocurrencias libres del analizado - tenemos aquí un cambio de método – aquello que él denegaba recordar. Se mantenía el enfoque en la situación de formación de síntoma.

Por último, se plasmó la técnica actual, donde el médico renuncia a focalizar en un problema determinado, estudia la superficie psíquica que el analizado presenta cada vez, y se vale de la interpretación para discernir las resistencias y hacerlas concientes.

Una vez que las resistencias son dominadas, el paciente narra con facilidad las situaciones, los nexos olvidados. Se llenan las lagunas del recuerdo.

¿Que sería esto que Freud propone como “nuevos” consejos, lo novedoso en relación a que?, ya que hasta aquí la meta parece ser la misma.

Evidentemente son “nuevos” consejos en relación a un escrito anterior “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, donde Freud pretende que las reglas aquí expresadas se constituyan para crear en el médico el correlato de la regla analítica que se le solicita al paciente.

Enumera entonces como importantes:
  • Análisis para el analista, a fin de que sus propios complejos no se vuelvan puntos ciegos en su tarea.
  • Renunciar a la ambición terapéutica y pedagógica, entre otros
En la conferencia 28, “La terapia analítica”, de 1916 – 17.

Freud refiere que el neurótico es incapaz de gozar y producir (rendir). Lo primero por que su libido no esta dirigida a ningún objeto real, y lo segundo por que tiene que gastar energía en mantener a la libido en el estado de represión.

La tarea terapéutica consiste en desasir la libido de sus ligaduras provisionales y ponerla de nuevo al servicio del yo.

El mecanismo de la cura es presentado con las fórmulas de la teoría de la libido.

Los sueños, los fallidos, las ocurrencias libres sirven para colegir el sentido de los síntomas y descubrir la colocación de la libido. Nos muestran los deseos que cayeron bajo represión y los objetos a los cuales quedó aferrada la libido sustraída del yo.

El análisis de la transferencia es aquí fundamental, en el análisis ella es descompuesta en cada una de sus formas.

En la primera fase del tratamiento, la libido es forzada a pasar de los síntomas a la transferencia y concentrada allí, y en la segunda fase se libra batalla en torno de ese nuevo objeto – la pieza decisiva se ejecuta cuando en la relación con el médico, en la transferencia, se crean nuevas versiones de aquel viejo conflicto-.

Mediante el trabajo interpretativo, que traspone lo inconciente en conciente, el yo es engrosado a expensas de eso inconciente, se reconcilia con la libido y se inclina a concederle alguna satisfacción y su horror ante los reclamos de la libido se reduce a la posibilidad de neutralizar un monto parcial de ella mediante sublimación.

La finalización de la cura se daría cuando la transferencia es desmontada, el éxito sobreviene, no por sugestión, sino por la superación de las resistencias ejecutada con ayuda del médico.

El límite para esta labor, estaría dado en la falta de movilidad de la libido para abandonar sus objetos, y en la rigidez del narcisismo que no permitiría que se establezca la transferencia.

Por lo tanto teoría de la libido y análisis de la transferencia son aquí decisivos para lograr el consabido efecto terapéutico.

En 1919, Freud escribe uno de los últimos de sus artículos puramente técnicos,” Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica” – lo novedoso insiste-. Se publicaron dos más casi veinte años más tarde (Análisis terminable e interminable, Construcciones en el análisis, de 1937).

En 1919, se plantea la cuestión del método activo que posteriormente se adjudica a Ferenczi. En relación a esta actividad aparece una referencia a lo acontecido con el Hombre de los Lobos, en el momento en que Freud decide que el análisis debía finalizar según un plazo ya establecido.

Posteriormente esta actividad se liga en el texto a la recomendación de que la cura debe realizarse en un estado de privación (abstinencia). Esto se vincula con la dinámica de contracción de la enfermedad y su restablecimiento. Entonces la actividad del médico debe exteriorizarse en una enérgica intervención contra la satisfacción sustitutiva. El enfermo busca la satisfacción, sobre todo en la cura misma, dentro de la relación de transferencia con el médico.

Freud agrega que la técnica no puede ser la misma en la histeria, que en las fobias, que en las acciones obsesivas – estas últimas requerirán de mayor actividad del médico con el fin de que afloren las comunicaciones-.

Luego del viraje teórico de 1920:

En Análisis terminable e interminable – 1937-, el artículo deja cierto pesimismo en relación a la eficacia terapéutica del Psicoanálisis. Se destacan sus limitaciones y los obstáculos que se levantan en su camino.

Se nota la preocupación de Freud respecto la posibilidad de abreviación de la cura analítica. Retoma lo acontecido en el caso del Hombre de los lobos, (la fijación de un plazo), pero cree que no siempre trae aparejado el éxito esperado, en tanto bajo la compulsión de la amenaza una parte del material se vuelve asequible, otra permanece retenida.

Comienza entonces a preguntarse que se entiende por “final de análisis”, plantea que este se dará cuando el paciente no padezca ya de sus síntomas, y cuando el analista juzgue haber hecho conciente en el enfermo tanto de lo reprimido, eliminado las inhibiciones, que no quepa temer que se repitan los procesos patológicos en cuestión.

Ahora, ¿es posible que por medio del análisis se logre este grado de normalidad?. En este punto recurre a la etiología de la neurosis como causación mixta, es decir donde participan:
  • factores constitucionales. Pulsiones hiperintensas.
  • factores accidentales. Efecto de unos traumas tempranos.

Sólo en el caso con predominio traumático conseguirá el análisis aquello de lo que es capaz. Por otra parte plantea la idea de separar teoría de práctica, es decir lo que plantea la teoría como ideal y aquello que se da en la práctica como posible.

Respecto la posibilidad de tramitación de un conflicto de la pulsión con el yo. Cree que el análisis puede producir un domeñamiento de la pulsión, es decir que la pulsión es admitida en su totalidad dentro de la armonía del yo, ya no sigue más su camino propio hacia la satisfacción.

Importante tener en cuenta la “intensidad” de la exigencia pulsional – factor económico -. En este punto la rectificación, con posterioridad del proceso represivo originario, la cual pone término al hiperpoder del factor cuantitativo, sería la operación genuina de la terapia analítica.

No obstante, esta posibilidad no suele darse regularmente en la práctica.

Por lo tanto el factor cuantitativo, por el cual se hubo de recurrir a un análisis, es ahora también el que pone límite a la eficacia analítica.

Por el mismo motivo, Freud cree que es imposible la psicoprofilaxis. Es decir que si un factor pulsional no es actual, no se exterioriza, es imposible influir sobre él mediante el análisis.

Así mismo, llega a la conclusión que tal tramitación o pedido de domeñamiento pulsional, sólo es posible en la neurosis, no así en la psicosis. Se deduce, entonces que el efecto terapéutico no será el mismo en neurosis y psicosis.

Alude también a una conferencia de Ferenczi de 1927, “El problema de la terminación de los análisis”, este señala que la meta no sería la abreviación de un análisis sino su profundización. Como así también, resulta importante que el analista se haya analizado, que haya aprendido de sus errores y cobrado imperio sobre los puntos débiles de su personalidad.

Es evidente, dice Freud, que el analista debe ser un hombre perfecto. A tal efecto un análisis didáctico habrá alcanzado su meta si instila en el aprendiz la firme convicción en la existencia de lo inconciente, le enseña en una primera muestra la técnica únicamente acreditada en la actividad analítica.

No obstante, la idea no es aseverar que el análisis sea un trabajo sin conclusión.

Hay un punto que resiste, para la mujer será la envidia de pene, es decir el querer alcanzar la posesión de un genital masculino y para el hombre la amenaza de castración, es decir la revuelta contra su actitud pasiva o femenina hacia otro hombre. Ambas cuestiones caen bajo la represión, o sea, que aquello que sucumbe a la represión es lo propio del sexo contrario.

Casi siempre, se tiene la sensación de que cuando se llega al deseo de pene y a la protesta masculina, se arriba a la roca de base, de este modo al término de la actividad analítica.

Hasta aquí se tiene la idea de que el efecto terapéutico, a lo largo de la obra de Freud, es el mismo, aunque iría tomando diferentes matices en función con el avance de la doctrina. Quiero decir que la escencia sería la misma, hay una especie de horizonte donde reposa un ideal de curación que se desdibuja a la altura de análisis terminable /interminable.

Así, hacer conciente lo inconciente, llenar las lagunas del recuerdo, recuperar la capacidad de gozar y producir – formulaciones teóricas entre 1912 a 1919-, se sustituyen por domeñamiento de las pulsiones, alteración del yo, etc. – posteriores a 1920-.

Podemos agregar también, que esto que Freud presenta como diferencia entre teoría y práctica, la primera como ideal y la segunda como probable – como lo que se constata posible en un análisis-, ya al final de sus obras coincidirían, es decir, la roca de la castración es no sólo el límite de la experiencia analítica, sino también de la teorización freudiana.

De todos modos, cuesta deducir que es esto que se traduce como E.T.

En “Construcciones en el análisis”, sustituye el término interpretación por el de construcción que cree más correcto para designar la labor del analista – este construye lo olvidado a partir de los girones, restos, que trae el analizado-.

Este artículo se vuelve fundamental, en tanto Freud muestra cómo las construcciones del analista, al ser comunicadas al paciente, si son acertadas, generan como efecto nuevas ocurrencias, sale a la luz material nuevo. De todos modos esta corroboración del efecto es siempre posterior.

Incluso menciona la posibilidad de que la reacción terapéutica negativa, ó el empeoramiento en la cura sean consecuencia de una construcción acertada.

Es decir que en lo asertivo de una interpretación el efecto podrá ser apertura o cierre del inconciente.

Entonces el E.T. se desplaza de aquello que se busca al final de una cura, a ser aquello que se puede constatar cada vez en la experiencia. Que además es singular, o sea no universal.

Según mi lectura el desplazamiento teórico mismo iría ilustrando las posibilidades practicas,- consecuente con el modo en que se forma un síntoma, es decir, por una doble sustitución: de representación (simbólico) y de una satisfacción (real)-; Freud creía que podía encontrar la representación reprimida, el trauma, solidario con esto empuja el dispositivo a la posibilidad de emergencia de las formaciones del inconciente, emergencia de la palabra. Allí mismo el dispositivo le mostraba ciertos “agujeros”, puntos indecibles, vacíos etc, pero evidentemente Freud y la doctrina misma necesitaban de un tiempo para que esto precipite, y pueda decir que en lugar de traducir todo lo reprimido siempre quedarán restos no tramitados.

El E.T. en Freud mismo de su propio descubrimiento fue ilustrar en su obra que cierto agotamiento de las palabras circunscriben un punto de vacío, el cual al ser bordeado por lo simbólico trae como consecuencia, como efecto, la modificación de ese real en juego.-

Por lo tanto el E.T. de un análisis será, en primera instancia singular, no se circunscribe solamente a atemperar la angustia, sino también permite a cada quien situar los agujeros desde los cuales habla. Un modo de hacer con la castración.-



(*) El presente trabajo surge como consecuencia del modulo de investigación “Actualidad de la clínica, respuestas de lo contemporáneo”, de la APM. Se presentó en las IV Jornadas Anuales de la A.P.M. 9 y 10 de octubre de 2009.


Bibliografía consultada:

FREUD, S. “Sobre la iniciación del tratamiento”. 1913. O.C. Amorrortu Editores. T XII.
FREUD, S. “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”. 1912. O.C. Amorrortu Edit. T XII.
FREUD, S. “Recordar, Repetir, Reelaborar”. 1914. O.C. Amorrortu Editores. T XII.
FREUD, S. “Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”. 1912. O.C. Amorrortu Edit. T XII
FREUD, S. “Conferencia 28, La terapia analítica”. 1916/17. O.C. Amorrortu Edit. T XVI.
FREUD, S. “Nuevos caminos de la terapia psicoanalítica”. 1919. O.C. Amorrortu Edit. T XVII.
FREUD, S. “Análisis terminable e interminable”. 1937. O.C. Amorrortu Edit. T XXIII.
FREUD, S. “Construcciones en el análisis”. 1937. O.C. Amorrortu Edit. T XXIII.